Capítulo 24.

9 2 1
                                    

Ya pasado el atardecer, la oscuridad reclamaba la estancia donde Arlen seguía enfrascado leyendo el diario de Laverna. Por momentos, muchas entradas estaban escritas en un idioma que no podía comprender. Por otros, las entradas se convertían en páginas atestadas de símbolos y palabras aparentemente escritas al azar. Cansado, dejó el diario a un lado y dejó caer la cabeza hacia atrás, apoyándola contra la pared. Con los ojos entreabiertos, fijos en un punto del techo, recordó los momentos en Daslus. Encontrar una posada, dormir allí, despertar cubierto de... Lo que fuera que fuese aquello. Hasta ese momento todo estaba... Bien. ¿Qué fue mal? ¿Cuándo cambió?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó un golpe en la puerta. Suave, como si la persona estuviera dudando de hacerlo. Arlen suspiró, guardó el diario en el bolso rápidamente, y dio un par de zancadas hasta la puerta. Sintió que el corazón se le saltaba un latido al ver a Aziz del otro lado, esperando pacientemente. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no le salían. El chico debió notarlo, pues sonrió ligeramente.

-Hola. Quería saber si vendrás a comer.-Dijo, a lo que él tampoco supo qué responder. ¿Era una invitación? ¿Lo estaba invitando a cenar juntos? -Las chicas están esperando desde hace un rato, solo faltas tú.-Explicó desinteresadamente. Arlen tragó saliva, regañandose a sí mismo. Apretó los labios para luego asentir.

-Sí. Enseguida salgo.-Respondió, a lo que Aziz asintió y bajó los escalones para esperarlo en el sendero hacia la calle. Al cerrar la puerta, rió. Obviamente el chico no lo iba a invitar, pero habría sido tan gracioso que lo hiciera. Bueno, tal vez no gracioso. Tal vez lindo. Tal vez genial. Tal vez podrían haber pasado una linda velada solos, podría haberlo conocido mejor, a un nivel muchísimo más personal. Pero al fin y al cabo, Aziz no parecía estar interesado. Tal vez no estaría interesado en nadie. Escondió el bolso bajo la cama, al fondo, fuera de la vista. Apaciguó el fuego de la chimenea, y se quedó contemplándolo por un momento. Su mente comenzó a divagar, pensando en lo hermosas que eran las brasas moribundas. Eran como salpicaduras de naranja, rojo y gris sobre un lienzo viejo. Luego de unos segundos, se espabiló y se levantó rápidamente. Se apresuró a tomar un abrigo, y salió.

Aziz parecía haber estado observando la puerta, esperando que saliera. Se volteó hacia la calle y empezó a caminar cuando Arlen estuvo junto a él. Ambos guardaron silencio por unos segundos, hasta que Aziz por fin dijo:

-Me enteré de que tu primo y tú pelearon...-Parecía casi avergonzado por haber hablado. Evadía todo contacto visual, lo que no le era muy difícil. Era de las pocas personas que eran más altas que Arlen, aunque fuera por media cabeza. Él suspiró.

-Sí... Supongo que está muy estresado, con todo esto de no saber dónde está su hermana...-Trató de sonar con algo de pesar, pero la verdad es que no podía. Todos tenían sus problemas. Bacu no tenía derecho de tratar mal a los demás solo porque estaba enojado.

-Lo imagino...-Respondió él, para luego hacer una pausa y replantearse lo que acababa de decir. Con una mueca difícil de descifrar, se corrigió: -Bueno, en realidad no. No tengo hermanos.-Admitió, destensandose ligeramente.

-Yo tampoco. Pero mis madres son compañía suficiente. A veces más que suficiente...-Sonrió, rememorando las miles de veces en las que lo habían sacado de quisio. Aziz abrió los ojos ampliamente, sorprendido.

-¿Tienes... Dos madres...?-Murmuró, como si fuera algo terrible de nombrar. Arlen alzó una ceja y sonrió incómodo. Asintió lentamente.

-Son algo difíciles de tratar a veces, pero las amo igual.-Dijo con un tono nostálgico. Se volvió para ver la expresión en el rostro de Aziz, que era de completa incomodidad. El muchacho tenía la cabeza gacha mientras apretaba más el paso. Con el entrecejo fruncido, Arlen también se apresuró.-¿Hay algún problema?

El Despertar de la Sombra I. SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora