𝚄𝚗𝚊 𝚝𝚊𝚛𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚗𝚝𝚘𝚜.

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Mis ojos comenzaron a abrirse con un mal sabor de boca por sentir los rayos del sol impactando con mi cara una vez más, cuando juraba que ayer por la mañana cerré las persianas y no las volvería a abrir.
Mi vista se queda clavada unos segundos en la luz del techo de mi cuarto con el seño fruncido y suspiré.

Miré a mi lado para agarrar mi teléfono en mi mesa de noche, más este no se encontraba ahí, siendo que cada vez que dormía una siesta lo ponía a cargar para que rindiera siempre y nunca se apagara por cuenta propia.
Nuevamente dirigí mi vista s la ventana denotando que tal vez podrían ser las 4 p.m. quizás.

¿Dummy...? – pregunté al aire notando que mi gato no estaba a los pies de mi cama.

Mi gato no está.
Mi teléfono no está.
Mis percianas están abiertas.

Dí una inspección rápida por mi cuarto sin notar nada extraño, tan solo el leve, y simple echo de literalmente mi completa desnudez bajo las sabanas.

¿Qué carajo...? – levanté una ceja cuestionandome a mi mismo.

Aún algo adormecido, caminé hasta mi armario poniéndome una remera simple azul marino y mis bóxers negros junto a un jean del mismo color, más mi actividad fue interrumpida con un estruendo en la cocina, asustandome por mi gato.

¿¡DUMMY!? – hablé asustado apenas llegar a la cocina, siendo que lo único que me había recibido era una cabellera verde hundida en sus hombros decido al fuerte ruido que causó.

B-Buenas tardes... – habló viéndome nervioso.

Saludó con una mano alzada tímidamente forzando una pequeña sonrisa. La figura de mi gato se subió a la mesa da tranquilamente sentándose en esta viéndome.

N-No sabía que tenías gato, y me asuste al verlo. – explicó sobandose el brazo.

¿Qué carajos querías hacer...? – pregunte entre cerrando los ojos aún desde la entrada de la cocina.

¿Café...? – respondió no tan seguro de sí. – Quería calentar la leche al fuego, así que busque un recipiente más oí un maullido cuando intentaba hacer silencio y me asusté. – nervioso río leve al final.

De todas las cosas, ¿Te asustaste de mi gato? – pregunté retóricamente y el peliverde volvió a hundirse en sus hombros. – Espera... ¿Vos levantaste la perciana? – lo señalé.

¡Ah, si! Pensé que la luz de afuera daría ya sensación más cálida a la habitación.
– explicó sonriente.

–;Lo detesto. - muestié. – ¿También tenés que ver con donde mierda esta mi celular?

Lo deje sobre la mesa. - respondió tranquilo.

¿Porqué carajo en la mesa? – pregunté desentendido.

Primero tocaba cosas que no eran suyas, nisiquiera era su maldita casa, urga en mi alacena para luego asustarse de mi malditamente hermoso gato, siendo tal cual un Deku de mierda.

Estaba en tu pantalón, el cual estaba en el piso. P-Por inercia lo deje en la mesa de la sala. – parpadeo uñas veces.

Entonces mis ojos se abrieron al momento de que mi mente haga click con las cosas más claras que la estúpida agua.
Mi boca se abrió para decir algo, más no tenía nada realmente que decirle, nada que reprocharle, tenía razón en eso aunque odiara admitirlo, y verdaderamente yo lo traje hasta mi departamento, yo deje mi ropa por doquier, y yo soy el que se quedó dormido en la hora de la merienda.

🄾🄽🄻🅈🄵🄰🄽🅂 | • 𝘒𝘢𝘵𝘴𝘶𝘋𝘦𝘬𝘶 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora