30. Tercera planta

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El autobús emanaba un silencio abrumador, nadie decía nada. Los únicos ruidos que se entrometían en aquel vehículo provenían del tráfico que les rodeaba, y ligeros ritmos provenientes de algunos auriculares. Yo estaba sentado, escuchando algo de música y alterando entre leer y mirar por la ventana, cuando algo me sacó de mis pensamientos, el señor Swift se había sentado a mi lado. 

Espero no molestarte - me dijo, mientras se recogía el pelo para atárselo en una coleta - Vi que este sitio estaba libre y pensé que te gustaría tener algo de compañía. - me dirigió una cálida sonrisa, parecía triste.

Me quité uno de mis auriculares y le miré serio - No se preocupe - le respondí - ¿Se encuentra bien? Parece preocupado. - Vi cómo la mirada del señor Swift se perdía en el espejo retrovisor interior, parecía que miraba fijamente a alguien, pero no sabría decir con exactitud a quien.

Claro, no es nada - me dijo distraído, aún con la mirada fija en el espejo - Quiero hablar contigo de una cosa, Riccardo.

Claro, de qué se trata - detuve mi música y me quite el otro auricular, guardé el libro y me giré ligeramente para concentrar mi atención en él.

¿Por qué no le habías dicho a nadie que te ibas?, son tus compañeros y era obvio que iban a apoyar tu decisión - me preguntó mientras apartaba la mirada del retrovisor y la dirigía hacia mí.

No quiero tener la sensación de que es mi último partido con ellos, quería que todo fuese como siempre. - respondí - Además, no sabía como decirlo, solo Gabi lo sabía.

El señor Swift solo asintió, y no volvió a hablar más en el resto del viaje. Volví a conectar mis cascos y concentré mi vista en el paisaje, mientras mi mente viajaba de un lado a otro sin parar, y sin que yo pudiese controlarla. Recuerdos del colegio, de los campeonatos, de fiestas de cumpleaños y de acampadas en el bosque. Todo parecía muy lejano. ¿Y si me iba a Europa y se me presentaba la oportunidad de quedarme allí? ¿De verdad sería capaz de no volver? La música es algo muy importante para mí, pero también el fútbol, también ellos. 

Al rato el señor Swift volvió a su asiento, volvía a estar solo, ahí, entre todos sus amigos. Ahora mismo no podía pensar en hablar con ninguno, no sabía como reaccionar ante ellos, no ahora que saben que en 2 semanas se va a ir a la otra punta del mundo. ¿Cuándo pensabas decírselo? ¿Al aterrizar en Viena? Seguía ensimismado en mis pensamientos, mirando a través del vidrio que cubría la ventana cuando, tras un largo rato conteniéndome, se me escaparon las primeras lágrimas. Las sequé y volví a sacar el libro, esperaba poder distraerme con la lectura hasta que la estridente voz de la señorita Schiller retumbó en todo el autobús.

Bien, chicos, ya estamos en Fukuoka, id recogiendo vuestras cosas y bajaos del autobús, abajo haremos el reparto de habitaciones. - dijo en un tono realmente alto, estaba justo frente a mí y mis tímpanos realmente habrían agradecido un tono algo más bajo.

Cogí mis cosas y me baje, me puse junto a Arion y Víctor, quienes hablaban distraídos y no notaron mi presencia hasta que posé una de mis cosas junto a las de Arion.

¡Hola, Riccardo! - dijo Arion con el entusiasmo que realmente le caracterizaba - ¿No estás emocionado? La selección nacional tiene que ser una pasada, pero esta vez de verdad... Espero. 

Sí, claro - respondí dirigiendo mi mirada al suelo.

Bien - interrumpió el señor Sharp haciendo que todos le dirigiesen la mirada - A continuación, os diremos el número de habitación y quienes la ocuparán.

Tras una larga lista de gente, solo quedaban 2 habitaciones y 8 personas, entre ellas estaban Arion, Víctor, Terry, Gabi, Fourseasons, Laurel, Aitor y yo.

Habitación 102, 3ª planta, Víctor Blade, Terry Archivald, Gabriel García y Aitor Cazador - dijo la señorita Hills, quien se había encargado de nombrar a todos - Y habitación 104, 3ª planta, Arion Sherwind, Chronus Fourseasons, Bay Laurel y Riccardo Di Rigo.

No pude evitar soltar un suspiro de alivio, no me apetecía darle explicaciones de nada a ninguno de mis amigos, y mucho menos compartir 1 semana de habitación con Terry y Gabi. Riccardo se acercó a mí muy contento. - ¡Riccardo! Nos ha tocado juntos - Me dijo con su habitual sonrisa que le cubría toda la cara. - Es genial, sí - Le respondí, devolviéndole la sonrisa.

Cogimos nuestras cosas, y la señora Evans nos acompañó al tercer piso. En nuestro piso estarían de monitores vigilantes el entrenador Evans y su mujer en una habitación, y el señor Swift y el entrenador Sharp en otra. - Esta es nuestra planta - dijo el entrenador Evans - al final del pasillo están los baños, y también las duchas. 

Entre a mi habitación a dejar mis cosas, Arion, Chronus y Laurel lo hicieron detrás de mí. - Te espero abajo, Arion - salí de la habitación, y tras cerrar la puerta allí me los encontré, frente a mí, en la habitación de enfrente y mirándome estáticos, Terry y Gabi.


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