28. Que te vaya muy bien

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No quise darle importancia al mensaje, podrían estar hablando de cualquier cosa... Es raro ya que no se conocen mucho, o al menos eso creo.

Eh - la voz de Gabi y su mano agitándose frente a mi cara me sacaron de mis pensamientos - tierra llamando a Riccardo. ¿Me recibes? - dijo riéndose.

¿Qué? - respondí parpadeando rápidamente - Sí sí, perdona, se me fue el santo al cielo.

Ya lo veo ya... - dijo acercándose a mí y dándome un beso en la mejilla - ¿Va todo bien?

Claro - respondí sonriendo levemente - venga, vistámonos que si no llegaremos tarde al instituto y no te conviene perderte ninguna clase de química.

Gabi me miró de reojo bastante serio - ¿Insinúas que voy a suspender?

Cállate y date prisa - dije abrochándome la camisa y saliendo por la puerta de mi cuarto - te veo en la cocina, no tardes.

Bajé a la cocina y salude a mis padres, me senté en la mesa y me tomé mi café sin dejar de darle vueltas al mensaje de Falco... ¿A quién no debe contarle nada? ¿Qué no debe contar? Joder, que intriga...

Buenos días señor y señora Di Rigo - la voz de Gabi, una vez más, me bajó de la nube en la que estaba.

¿Queréis que os lleve al instituto chicos? - dijo mi padre - Vais algo justos de tiempo...

Claro, padre. - respondí sin levantar la vista de mi café.

Muchas gracias, señor Di Rigo - respondió Gabi con una sonrisa.

Terminamos de desayunar, me despedí de mi madre y nos montamos en el coche con mi padre.

Y bueno, Gabriel... - dijo mi padre rompiendo el sepulcral silencio que reinaba - ¿Has decidido qué vas a estudiar cuando termines el instituto?

Sí, siempre lo he tenido más o menos claro - respondió serio y convencido, aunque notaba que le temblaba un poco la mano, siempre se pone muy nervioso hablando con mi padre - Me iré al centro de Tokio a estudiar derecho.

Eso está muy bien - dijo mi padre con un tono ligeramente triste, mirándome por el retrovisor.

Sé lo que piensas, padre - dije de la nada - Eso está muy bien, que pena que Riccardo no haga como tú y estudie algo que valga la pena, ¿verdad?

Jamás he dicho eso - respondió mi padre volviendo a fijar la mirada en la carretera - sabes que yo siempre te he animado a estudiar música, e incluso te animé a que te dedicases al fútbol.

Ya claro... - respondí dirigiendo mi mirada a la ventanilla, me quedé embobado mirando como las gotas de lluvia resbalaban por el cristal hasta que me di cuenta de que ya habíamos llegado al instituto.

Gabi se bajó del coche, y antes de que yo también lo hiciese mi padre me detuvo.

Riccardo, hijo - me dijo mirándome fijamente - ¿Le has dicho que te vas?

No - respondí seriamente

¿Se lo dirás? - me preguntó volviendo a mirar hacia adelante

Se lo diré a todos en la concentración de la selección nacional - contesté - mañana tenemos nuestro último examen y el sábado nos vamos.

Riccardo... - mi padre intentó decirme algo más, pero no le oí.

Adiós, padre - dije, y acto seguido me bajé del coche.

¿Has aceptado la beca de Austria, verdad? - cuando salí del coche me encontré con la cara de Gabi, seria pero triste, con las lágrimas brotando en sus ojos a punto de derramarse. - ¿Te vas a ir y me... nos vas a dejar aquí? ¿Por eso el día que nos presentaron todo lo de la selección nacional tardaste tanto en salir? ¿Hablabas con el entrenador y la señora Schiller de que no podían seleccionarte porque te vas a ir a la otra jodida punta del mundo?

Eh, ¿pero qué dices? - puse una mano sobre el hombro de Gabi, pero este me la apartó de forma brusca.

Vamos, Riccardo. ¿Crees que el coche aísla el ruido? Se oía perfectamente... - dijo, y tras esto se giró y se fue.

¡Espera, por favor! - salí corriendo tras él

Gabi se detuvo, se giró y quedamos mirándonos fijamente a los ojos - Está bien todo eso de iremos juntos a cualquier sitio, estudiaremos juntos, estaremos siempre juntos.

Gabi - dije gritando - ¡¿Quieres calmarte?! No me voy para siempre.

O sí, quien sabe, Riccardo. Es una oportunidad de oro y puede abrirte muchas puertas - dijo apretando fuerte el puño - y ninguna de esas puertas está en Japón, de eso estoy seguro.

Pero Gabi... esto que haces es muy injusto. - dije con las pocas ganas que me quedaban en ese momento.

Qué tengas mucha suerte, y que te vaya muy bien. - fue lo último que Gabi dijo antes de darse la vuelta y no volver a dirigirme la palabra... ni si quiera la mirada. 


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