The beast and HoSeok [Vhope Omegaverse]

5🌷

El dolor era algo sumamente horrible e incesante. Sobretodo era algo incontrolable. Su cuerpo ardía, la fiebre aumentaba, su marca picaba cada vez más y el dolor en su cabeza se volví cada vez más insoportable.
Durante muchos años había escuchado por parte de su madre y padre, sobre el dolor que sufrían los Omegas cuando un Alfa marcaba a otro o no renovaba la marca que había echo antes.
En aquel momento solo podía sentir un interminable dolor cerca de su corazón, equivalente a dagas filosas cubiertas de ácido o veneno las cuales se incrustaban en su débil cuerpo.

La voz que le invadía los oídos; a pesar de escucharse como un ligero murmullo; no lograba calmar ni un poco lo que sentía en aquellos momentos. A pesar de que la voz contraria no le decía palabras bonitas.

- ¿Podrías dejar de quejarte? Pareces un Omega en celo, en vez de un maldito Alfa - vocifero la voz desde las sombras.

- No es mí culpa que el Omega al cual marqué, se haya dejado marcar por otro Alfa - respondió en completo dolor.

- En realidad si lo es - lo acusó con enojo - el plan nunca fue que marcaras al Omega, lo que sucede es que no lograste dominar a tu mugroso lado animal - aquellas palabras fueron dichas con repulsión.

- Tampoco era mí plan marcarlo, mí lobo se cegó por su aroma y por el celo - intentó defenderse el contrario - no pude controlarlo - se quejó al sentir una nueva punzada cercana a su pecho.

- No pudiste controlarlo porque eres débil, siempre fuiste débil y siempre serás débil, si no hubiese sido porque yo te brindé contención, serías menos que un Delta - habló rechinando sus dientes - tenías solo una tarea la cual cumplir - le recordó volviendo su voz aún más grave - solo una y no pudiste lograrlo - el sonido de una silla siendo arrastrada por el suelo se hizo presente.

- Lo siento, lo intenté de acuerdo, yo lo intenté - su voz cada vez se apagaba más.

- Tus disculpas no me sirven de nada ahora Choi, cometiste un error - la voz se acercaba cada vez más acompañada del persistente sonido de la silla - marcaste a mí Omega, lo anudaste y él tuvo un bastardo tuyo - aquello había salido de los labios contrarios casi en un grito.

- ¿Un... Un bastardo? - preguntó levantando la cabeza - ¿Un hijo, un hijo mío? - le costaba demasiado creer las palabras que salían de los labios de aquel Alfa, había sido engañado varias veces por este.

- Sí Choi, un bastardo, como yo - respondió el Alfa colocando la silla frente a la cama donde se hallaba acostado aquel otro Alfa debido a la debilidad de su cuerpo - y lo peor es que, al maldito principito eso no le importó, ya que siguió queriendo a mí Omega como si fuese oro - continuó hablando ante la atenta mirada del otro Alfa.

- Tengo un hijo - murmuró Choi en un susurro.

- Si Choi, tienes un hijo - afirmó el contrario - un hijo que debia ser mío, de un Omega que me pertenecía a mí, ¡¡Y SOLAMENTE A MÍ!! - gritó parándose de la silla y tomándola por el respaldo la arrojó lejos.

- Tranquilizate, eso puede solucionarse - habló el Alfa luego de cerrar un poco los ojos debido al sonido fuerte.

- Claro que lo vas a solucionar Choi, claro que lo solucionarás - habló de forma cínica acercándose rápido a la cama - tú me devolverás lo que por derecho me corresponde, mí hijo, mí Omega, mí nombre y por supuesto mí vida - agregó con malicia.

- ¿De qué hablas? - preguntó con temor en su voz.

- Lo que escuchaste Choi, me devolverás lo que me robaste y lo que ese maldito príncipe me arrebató desde el primer día - respondió con frialdad.

La sonora carcajada que invadió en aquel momento el cuarto donde se hallaban, le heló por completo la sangre al Alfa que aún se hallaba acostado sobre la cama.
Le asustaba demasiado el actuar que poseía en aquellos momentos aquel Alfa, al cual durante su niñez consideró su mejor amigo, mucho antes de que este último conociera a ese Omega con el cual se había obsesionado.

- Entiende, no puedes obtener algo que nunca fue tuyo - habló el Alfa cerrando los ojos, luego de que otra puntada golpeara su cuerpo.

- ¿Algo que nunca fue mío? ¡¿ALGO QUE NUNCA FUE MÍO?! - preguntó con ironía dando vueltas como si fuese un león enjaulado - claro que era mío, Hoseok siempre fue mío, desde el primer día que lo ví supe que era mío - las palabras comenzaban a salir de la boca de aquel Alfa como si fuesen agua desde una montaña - hasta que llegamos a ese castillo - agregó deteniéndose de imprevisto.

El silencio reinó nuevamente la habitación donde se encontraban. La fiebre en el cuerpo contrario volvió a aumentar haciendo que respirar le fuese un acto demasiado difícil de realizar. Su lobo aullaba de dolor, producto del abandono producido por el Omega al cual había marcado, sumado a la noticia de saber que había logrado engendrar un hijo, al cual no conocía.
Su cuerpo sentía el frío colarse en su piel, como si lo estuviesen cortando lentamente, solo buscando el sufrimiento.

El otro Alfa se acercó hasta donde se hallaba; con un cuenco cargado de agua y un paño con el cual poder disminuir la fiebre del contrario. Por más que lo deseara, dejarlo morir de dolor en aquellos momentos no le serviría de nada. No lograría encontrar a alguien que se permitiera dominar tan fácilmente como él lo había logrado con Choi.

- Déjame colocarte esto en la frente, ayudará a que la fiebre disminuya - mencionó escurriendo el paño para luego colocarlo en la frente del adolorido Alfa.

- Me sorprenden tus repentinos cambios de actitud - habló el contrario al sentir el toque sobre su frente - hace menos de diez minutos parecías tener la intención de matarme - agregó esbozando una diminuta sonrisa.

- Tranquilo, matarte no es lo que busco, aún - dijo sin ningún tipo de expresión - en estos momentos me sirves más vivo que muerto Choi - añadió.

- Jeon, ya dije que lo sentía - mencionó el Alfa casi cerrando sus ojos.

- Sé que lo hiciste Choi, pero te necesito vivo para que me ayudes con mí plan - susurró observando como poco a poco el cansancio iba surgiendo efecto en el cansado Alfa - Hoseok será mío otra vez y mí hermano morirá de sufrimiento al ver qué recupero todo lo que una vez me quitó - agregó al ver cómo los ojos del contrario se cerraban por completo.