BLACK GREEN [Harry Potter Y La Piedra Filosofal]

━ CHAPTER EIGHT

UNA AMIGA CONFIANZUDA

En la torre de Gryffindor, Hope se encontraba plácidamente dormida en su cama.

Con las cortinas cerradas impidiéndole la entrada a la luz del sol, cómodamente acurrucada entre las cobijas, abrazaba un conejo de peluche blanco mientras murmuraba cosas sin sentido que al parecer, eran parte del sueño que se encontraba teniendo.

—No, Potter —murmuraba Hope entre sueños—. Yo no te lancé ningún dulce a la cabeza. Estás alucinando... —pero no pudo continuar gracias a que la antes ya mencionada niña rubia saltó encima de su cama y canturreó en voz alta, mientras brincaba sobre esta:

—¡Es hora de despertar nueva mejor amiga! ¡Hoy tendremos un gran primer día! ¡Así que deja de soñar con tu novio y fuera de la cama!

Hope saltó del susto con su conejo en las manos, cayendo al suelo. y cayó al suelo.

—¡Ouch! —se quejó tirada en el piso. Luego se tapó la cara con las manos—. ¿Y eso por qué fué? —preguntó.

—Hace como veinte minutos que estoy intentando despertarte —la rubia se recostó en el suelo junto a su nueva amiga.

A Hope le pareció de lo más raro, aunque era gracioso.

—Pero tú estabas muy ocupada soñando con tu novio —completó Sam, soltando una risita y dejando ver una sonrisa pícara.

—¿De qué novio estás hablando? —preguntó Hope haciéndose la desentendida.

Cuando en realidad, ella sabía
perfectamente con quién estuvo soñando antes de despertar.

—Mmm, déjame ver si te suena... —comenzó la rubia sentándose en el suelo—. Usa lentes, tiene una cicatriz en la frente y su apellido es Potter.

—Oh, hablas de Harry —dijo Hope sentándose al lado de Sam—. ¡Pff!...Para nada. ¿Harry? ¿Mi novio?—preguntó soltando una risa—. Claro que no.

Que asco.

Ni ella se creyó lo de arriba.

—Bueno... —dijo Sam, entrecerrado los ojos—. Pues entonces perece que quieres que si sea porque tus sueños dicen otra cosa —
se contuvo de soltar una carcajada.

—¿Qué es tan gracioso? ¿Y qué con mis sueños? —preguntó Hope cruzándose de brazos.

La niña rubia dio un gran respiro y dejó de reír.

—Pues resulta que cuando te iba a despertar hace un rato, tu estabas hablando entre sueños, así que me quedé escuchando lo que decías —Sam se encogió de hombros—. Debo admitir que fue muy conmovedor. Nunca creí que Hope Green fuera poeta —explicó dramáticamente, poniéndose una mano en el pecho.