BLACK GREEN [Harry Potter Y La Piedra Filosofal]

━ CHAPTER NINE

LA CLASE DE POCIONES

—¡Allí! ¡Mira!

—¿Dónde?

—Al lado del chico alto y pelirrojo.

—¿El de gafas y la castaña?

—¿Has visto sus caras?

—¿Has visto sus cicatrices?

Los murmullos siguieron a Hope y Harry desde el momento en el que salieron de sus dormitorios.

Los alumnos que esperaban fuera de las aulas, se empinaban para mirarlos o se daban la vuelta en los pasillos, observándolos con atención.

A simple vista se notaba que Harry deseaba que no lo hicieran, porque intentaba concentrarse para encontrar el camino de su clase.

Pero por otro lado estaba Hope, que no mostraba ni una pizca de incomodidad. Se mantenía serena.

Sería mentira decir que en lo más profundo de su ser no tenía una sonrisa de satisfacción ¿Por qué? Ni idea,ella no sabía lo que le pasaba, nunca había sido era el tipo de persona que disfrutaba ser el centro de atención,prefería pasar desapercibida.

Pero desde que atravesó ese andén y se subió a ese tren, algo dentro de ella despertó,y por alguna razón,se sentía extrañamente feliz por esa adulación de los demás hacia ella.

La tía Bhet siempre le decía que su actitud era como la de su madre; amable, poco superficial y hasta tímida. Entonces la conclusión ya estaba hecha. Los genes de su padre habían comenzado a tomar efecto en ella.

Era de esperarse.

Hope examinaba todo a su alrededor con fascinación. En Hogwarts habían muchas escaleras diferentes con distintos caminos, formas y funciones. Las cosas cambiaban de lugar continuamente.

Algunos fantasmas no eran mucho de su agrado. Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizara súbitamente por la puerta que se intentaba abrir. Nick Casi decapitado era muy amable, siempre señalando el camino indicado a los nuevos gryffindors, pero Peeves, el poltergeist, se encargaba de poner puertas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase. Y hacía muy malas bromas.

Para Hope todo era bastante raro e inusual,
lo que era perfecto porque ella siempre se había sentido así.

El primer día a la hora del desayuno, la profesora Mcgonagall entregó a todos sus horarios. Las clases eran de lo mejor. A Hope le parecía increíble lo que tenían que aprender. Le hubiera encantado amar la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras pero eso resultó imposible. Esa clase parecía un chiste.