parte 2

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_***pesadilla***_


ADVERTENCIA!!!

ABUSO DE MENORES, DESDE DONDE EMPIEZAN LOS "..."

*

*

*

Harry subió a su cuarto, que lo compartía con el rubio de la mesa.

Entro, y se acomodó en la cama que estaba junto a la ventana que daba al lago negro. De su baúl saco sus cosas, y fue directo al baño, el cual estaba detrás de un puerta, en una de las esquinas.

Una vez duchado, y cambiado, salió, en dirección a su cama. En la cama de al lado, estaba el chico, quien lo miraba con ojos grandes, siguiendo todos sus pasos.

-eso... fue increíble- hablo finalmente

Harry, quien ya estaba sacando las colchas para meterse, giro su cabeza y miro al pequeño Malfoy.

-¿Qué?- pregunto con el ceño levemente fruncido

-lo que le hiciste abajo a Rosier- se levantó para ir a su baúl -se lo merecía por cretino -saco sus cosas y se dirigió a la ducha.

Una vez solo, Harry se metió en su cama, se tapó hasta el cuello, dándole la espalda a la otra cama.

Suspiro con frustración y tristeza, para luego cerrar sus bellos ojos, y sumirse en la oscuridad.

***

Y hay estaba otra vez, en esa tediosa alacena, con sus ropajes holgados, y una araña en su mano.

Acaricia el bicho, para luego dejarlo en el suelo. Se recuesta, ya casi no entra allí. Mira al techo, de donde sale polvo cuando bajan las escaleras.

Lagrimas comienzan a caer, odia esto, no quiere volver a esto... no quiere recordarlo...

Un estruendo roso golpe en la puerta lo saca de sus pensamientos. La pequeña puerta se abre, y de allí sale Vernon.

-¡vamos, arriba, quiero mi desayuno!- le grito.

No esto

Este momento nuevamente no

Por favor

Decía la mente del chico. Estaba llorando, lágrimas y más lágrimas caían de sus ojitos. Pero nadie las veía, porque esto era un sueño... más bien una pesadilla... era un recuerdo, y todo sucedía tal cual, no importa cuánto se esforzaba por cambiarlo.

Fue a la cocina, y cocino unas chuletas, con huevo frito, y jugo de naranja solo para Vernon, porque el día de hoy, petunia y Dundley no estaban en casa, y era fin de semana, por lo que la morsa no trabajaba.

Estaba nuevamente en la alacena, curando una pequeña quemadura en su dedo, que se hizo al cocinar.

Se escucha el grito de un llamado.

Era Tío Vernon.

Sale de la alacena, sube las escaleras al cuarto del matrimonio. Toca la puerta. Vernon le dice que pase.

Y allí estaba otra vez... esa imagen...

...

Se despertó sobresaltado, ya no quería soñar aquello, quería olvidarlo, dejarlo en el fondo de su mente, pero no, hay estaba, tan vivido, y asqueroso como la primera vez.

Arrogantemente RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora