Capitulo VIII

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No podía evitar sentir un escalofrío recorriendo mi cuerpo cada vez que me miraba al espejo y veía esos ojos que me recordaban a aquella sirena de mi sueño. Cerré los ojos con fuerza y retrocedí apartando ese pensamiento.

-       Lo he conseguido. – dije mirando a Share y Kim.

-       Así es. No sé como lo has hecho, pero ya eres una sirena. Es más no solo eso… - dijo Share.

Esas palabras causaron un efecto extraño en mí, preocupación, tal vez.

-       ¿Qué pasa? ¿Hay efectos secundarios? – pregunté impaciente.

Ella me miró a los ojos y respondió:

-       No, no los hay. Es más bien al contrario.

Y sonrío, Kim parecía no saber de que estaba hablando y intercambiamos una mirada de curiosidad, luego volví a dirigir mi mirada a Share para que continuara explicando que era lo que pasaba.

-       Tienes una especie de… poder. – empezó – No es como te imaginas, ¿Sabes lo que es la coacción?

¿La coacción? Sí, se lo que es. Es una especie de poder que tienen los vampiros para hechizar a los humanos y que hagan lo que ellos desean, o por lo menos así era en una película.

-       ¿Puedo… hechizar humanos? – pregunté, pensando en que me serviría eso.

-       Ves muchas películas, ¿no?

-       No veo ninguna des de hace seis meses. – dije.

-       No es exactamente así, la coacción no puedes usarla siempre, solo en luna llena, y no funciona con los humanos, solo con los tritones.

-       ¿Y sirenas?

-       Solo con los tritones. – repitió

-       ¿Por qué las demás no pueden hacerlo?

-       Por qué tú te lo mereces. Está prueba es difícil de superar, y probablemente una sirena tampoco podría superar su peor miedo. Y tú pudiste. – se acercó más a mí – Nadie sabrá que eres convertida, te considerarán sirena, solo tú – hizo una pausa. – y las que son como tú, podrán reconocerse entre sí. ¿Entiendes?

Asentí, intentando asimilar la información que me acababan de dar.

-       Ah, y… tienes que saber que ahora eres más poderosa.

-       ¿Más poderosa que antes?

-       Sí, pero no me refería a eso, me refería a… más poderosa que las demás.

*-*

Estábamos en la nave, a punto de llegar al grupo dos. Ahora mismo sólo pensaba en poder ver a mi hermana de nuevo, parece que fueron años los que estuve a fuera, y por supuesto en poder sacar de dónde quiera que estén a los demás, a Iván.

-       ¿Cuándo iremos a buscarlos? – pregunté a Kim

-       Dentro de cinco días.

-       ¿Por qué cinco?

-       ¿Por qué tantas preguntas?

-       Quiero saber.

-       Dentro de cinco días es luna llena. – dijo.

-       ¿Pretendes que use la coacción?

-       ¿Cómo vas a hacerlo si no?

-       Esperaba que tú me dijeras.

-       Te lo estoy diciendo, usa la coacción.

-       No sé hacer funcionar eso. – dije preocupada.

-       Sé que nunca lo has hecho, pero no puede ser muy difícil, y tendrás que hacerlo, si esperamos más podemos arriesgarnos a... bueno, a que los maten.

-       ¿Matarían a su propia familia?

-       Los humanos también lo hacéis, ¿no es así? – preguntó arqueando las cejas.

Bufé, y no respondí, recordando aquellas palabras que me dijo Iván. Sois asesinos. Sé que no lo decía en serio, pero esas palabras causaron un efecto extraño en mí.

Llegamos, era medio día. Todo el mundo estaba fuera de las casas y al vernos bajar se quedaron mirando. Les costó un momento entender lo que había pasado, y reconocerme.

Ignoré todas esas miradas posadas en mí y en mi amiga y seguí adelante a buscar a mi hermana. Estaba comiendo en palacio. Abrieron las puertas y no se percataron de mi presencia, fui nadando hasta mi hermana y la llame.

-       ¡Ann! – respondió viniendo hacia mí. – No sabía dónde estabas, nadie lo sabía, pensábamos que os habían… - se cortó un momento al ver mis ojos, luego bajó la mirada a mi cola violeta- ¿Eres mi… hermana?

-       Sí, soy yo. Y ahora soy una sirena.

-       Eso significa que… no podemos volver a casa.

-       Chicas, luego hablareis de esto. Tenemos que entrenar. – interrumpió Kim

-       ¿entrenar? – dijimos yo y mi hermana al unísono.

-       Tenéis que aprender a luchar, a cantar, y tenéis que ser fuertes. Para la batalla.

-       Mi hermana no va a ir. No hace falta que practique.

-       No va a ir si no quieres, pero tiene que practicar igual. Quien sabe lo que pudiera pasar.

-       Toda esta gente… ¿vendrá también?

-       A ver, el plan es ir solo nosotras dos, tú y yo, entrar a escondidas usando la coacción. Y luego cuando se percaten y no podamos con todos ellos nos ayudan. ¿Entendido?

Asentí.

-       ¿Qué tenemos que hacer primero?

-       Primer punto, rapidez. Una sirena es mil veces más rápida que un humano, incluso con cola.

El canto de la sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora