Capitulo IV

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-       Espera Kim. – empiezo – no me iré sin Iván.

-       Iván no está ahora.

-       No estará lejos.

-       Esta completamente lejos, se han llevado a casi todas las sirenas y tritones que han podido, por alta traición. – dijo tristemente.

-       ¿Traición a ellos es igual a salvarnos a nosotros? ¡No entiendo cómo puede haber gente tan mala!

-       Mira a tu alrededor Ann, ¿Ves algo? La respuesta es no. No hay absolutamente nadie aquí, y nosotras tenemos suerte de estar vivas. Tenemos que irnos, ¿O quieres que nos capturen y no podamos salvar a tu queridísimo amigo Iván?

-       Está bien. – miré a mi hermana y luego volví la vista al frente. – sólo por mi hermana.

Apenas lográbamos alcanzarla, nos era casi imposible nadar tan rápido. Por suerte, no era mucho camino.

Llegamos a una de esas naves que vi hace seis meses en Tierra.

-       ¿A dónde vamos? – pregunte.

-       Al segundo grupo.

-       ¿Y que se supone que van a hacer cuando me vean? ¿Darme un ramo de rosas?

-       Ann, las sirenas tienen sentimientos, las más malas son las del primer grupo, son las más hermosas también.

-       Aquella sirena que vimos antes… la de arriba, ¿era una de ellas verdad? –  pregunto ya dentro de la nave.

-       Sí, la que canto. – dice poniendo los motores en marcha.

-       Espera… ¿cantó al final? No oí nada.

-       Será por el ruido, arriba todos gritaban.

-       Créeme, eso duele, no dolió.

-       ¿Cómo que no dolió?

-       A mi si – dijo mi hermana – me estaba asfixiando, pero se fue rápido, cuando paró de cantar.

-       ¿Alguien me explica porque no me dolió?

La nave empieza a nadar rápidamente hacia un lugar dónde los edificios no están, no conozco nada de este mundo más allá del tercer grupo.

Kim viene a mí, mirando algo en concreto… ¿mi colgante?

-       ¿De dónde sacaste eso? – pregunta

-       Iván me lo dio. Me dijo que con esto me encontraría.

-       Te mintió. Si no te dolió es por este hermoso colgante, es casi inexistente.

-       ¿Cómo se supone que me va a encontrar ahora? Dijo que tenía uno igual.

-       Este era suyo, no puede tener dos, ya es muy difícil que tenga uno.

-       ¿Qué hace esto para que no duela?

-       Ser sirena, con esto eres una sirena.

-       Quiero que mi hermana lo tenga, ella lo necesita.

-       Ann, la segunda vez que escuchas el canto de sirena es mucho peor.

-       Justo por eso.

-       Dáselo si quieres, pero estarás desprotegida.

No me importa estar desprotegida si mi hermana sigue viva.

El canto de la sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora