Capítulo 10: Océano y montañas

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*Daniela

Si me hubieran dicho que Max no era ese chico con casi toda la piel quemada y ennegrecida les hubiera creído. El cuerpo y sobre todo la cara de Max estaban irreconocibles, no podía creer el estado en el que estaba, pero lo más increíble era que seguía con vida. No me malentiendan, me alegra saber que está vivo, pero con esas heridas parece un pedazo de carbón con cabeza y pies, extrañamente sus brazos no habían sido quemados, me preguntaba si tenía algo que ver con los rubíes que cayeron de ellos cuando él se desplomó en el suelo. De alguna forma, había conseguido llegar a la playa, pero ni Elena ni yo queríamos moverlo por temor a empeorar sus heridas.

Tardé en darme cuenta del mensaje gravado en la arena de la playa, el mensaje decía exactamente lo siguiente: <<Miyamoto Tenma está en la ciudad, puede usar Las Llamas de la Noche Eterna. Si lo ven corran tan rápido como puedan, la Sombra del Fuego es un oponente que solo una Estrella puede enfrentar>>. Ese era el mensaje que Max nos había dejado en la playa, pero no entendí a qué se refería con “Miyamoto Tenma” y “Las Llamas de la Noche Eterna”:

- ¿Quién es Miyamoto Tenma? – Pregunté rápido a Elena, pero ella parecía tan confundida como yo.

- Solo me suena el apellido, pero no estoy segura – Dijo mirando al suelo.

- ¿Y esas Llamas de la Luna Eterna?

- Llamas de la Noche Eterna – Corrigió Elena – Es la técnica más avanzada para los usuarios del fuego, calientan las llamas hasta que alcanzan una temperatura de 1300 grados centígrados aproximadamente, provocando que cambien a un color azul intenso y puedan quemar mucho más que las llamas normales.

- Max estaba envuelto en una esfera de fuego azul – Dije recordando lo que había visto por la ventana.

- Eso explica sus heridas – Dijo tratando de mantener la calma, sacó su teléfono y envió un mensaje rápido – Acabo de avisarle a todos los Iluminados del hotel y vienen en camino, pero no creo que se pueda hacer algo por Max – Sus ojos parecían inundarse de lágrimas y su labio inferior empezó a temblar – Es un milagro que aún respire con estas heridas.

Fue entonces que se me ocurrió una idea de lo más loca: Intentar sanarlo. Nunca había curado unas heridas tan serias, pero tampoco había desafiado a alguno de mis antepasados a un Combate del Alma, así que es mejor tener fe. Cerré los ojos, respiré hondo y me concentré en el océano que estaba delante de nosotros, hice que el agua del mar viniera hasta donde estábamos y envolví a Max en una burbuja hasta el cuello para dejarlo respirar, luego levanté con cuidado su cuerpo y sujeté su cabeza a medio carbonizar entre mis manos, todo ante la mirada confundida de Elena:

- ¿Qué harás? – Me preguntó sin idea de nada.

- Voy a sanarlo – Contesté.

- ¿Lo has hecho antes? – Me preguntó al borde de un ataque.

- Jamás había sanado heridas tan serias – Admití bajando la cabeza – Pero creo que puedo sanarlo lo suficiente para que resista hasta que alguien mejor que yo lo salve.

Libro 4 | Saga Elementos | Tierra: El Hijo del GolemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora