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Caminaba despacio, cabizbajo, y con ganas de echar todo a la mierda.

Definitivamente no era la primera vez que lo despedían de un trabajo por tratar de poner en su lugar a todo alfa de mierda que intentaba sobrepasarse con él, y probablemente no sería la última vez que lo despidiecen por una razón similar. Y es que para Jungwon era difícil entender lo estúpidamente complejo que se volvía el mundo en momentos como esos.

¿Es que acaso era tan difícil para los estúpidos alfas controlar sus jodidos instintos de querer follar a cualquier omega que se les pasase por en frente? ¿Era en serio imposible no comportarse como una persona decente frente a individuos de sub género opuesto? Hombre, Jungwon nunca lo entendería. Tampoco entendería el por qué la diosa Luna decidió hacer de su mayor complejo una realidad al presentarlo al mundo como un Omega, uno muy amargado a decir verdad.

Él había vivido aquello durante gran parte de su vida, situaciones como aquellas volviéndose tan recurrentes que era como ver el sol nacer de día a día. Se había tornado algo común en su vida desde que se vió obligado a salir de su pueblo de origen en busca de mejores oportunidades de empleo. Su vida en Busan se resumía en cortar verduras del huerto de su madre y venderlos en el centro; siendo llamado de formas denigrantes por razones injustas. Vamos, él no tenía tantas opciones en un pueblo donde su nombre había sido manchado por falacias, cotorreos y la segregación tan naturalizada que tenían a los de su sub género.

Él no lo pensó dos veces al marcharse, no cuando tenía el agua al cuello con las deudas que su padre había dejado secretamente a nombre de su madre seguían persiguiéndoles hasta ser saldadas. Un maldito viejo inútil que merecía ser llamado escoria antes que padre y estaba más que claro que él no conseguiría todo aquel dinero vendiendo unas pobres papas y escondiéndose en el invierno esperando sobrevivir de lo que quedó de la última cosecha. No, tuvo que buscar más salidas al infierno que su progenitor había creado.

Habían pasado cuatro años desde que tomó aquella decisión a sus prematuros diecisiaños. Cuatro duros años pasando de trabajo a trabajo, tanto que las opciones se le acababan. Con solo haber terminado el bachillerato las opciones no eran amplias para un omega y la idea de volver a ver a su madre desesperada por pagar las deudas que su cretino padre había dejado lo atormentaba y motivaba a aguantar. Él podía soportar; podía luchar como una vez esa señora lo hizo con él cuando solo era una mujer humilde abandonada con un lazo roto y un pequeño cachorro. Podía hacerlo, pero jodido infierno, era malditamente difícil.

Y aunque la vida citadina prometía pájaros pintados en el aire, él jamás esperó demasiado del oscuro mundo que le rodeaba. Había visto tanto en solo cuatro años, algunas escenas asquerosas, otras despreciables y algunas que lo llenaban de coraje. Y aunque a lo largo de su estadía en la gran ciudad él jamás se vio involucrado en un problema de fuerza mayor, rápidamente había aprendido era que debía pasar desapercibido la mayoría del tiempo para mantenerse a salvo. Se le daba bien, era eso lo que hacía la mayor parte del tiempo. Hasta que llegaban días como aquel, donde su tolerancia se iba por los subsuelos y la furia corría encendida por sus venas.

Él lo había notado antes, aquello solo ocurría una vez cada tres meses y Jungwon podía entender el por qué se comportaba como un rufián envalentonado. Una tan simple y obvia razón: su celo estaba peligrosamente cerca; más de lo que estaría dispuesto a admitir.

Días duros de calor y necesidad donde no hacía más que dejarse en ridículo, gimoteando y restregándose contra almohadas como una criaturita necesitada, temblando y retorciéndose mientras esperaba algo, lo que sea que pudiese calmar el calor voráz que lo atacaba; aquel que lo consumía en su soledad de infierno solitario y doloroso. Él aún no tenía consigo los supresores que, por muy mal que fuesen los efectos secundarios, tenía que tomar para proteger su nuca. Porque sí, Jungwon no había sido marcado aún y probablemente nunca lo sea. Aquella idea de unirse a un alfa como los que la vida se había encargado de presentarle le resultaba horrorosa, totalmente inalcanzable. Era incapaz de someterse ante un abominanle ser que no le vería más que como un útero andante; su mente desechaba la idea, cada célula voluntaria de su cuerpo la repudiaba.

STUCK [JAYWON/JAKEHOON] [OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora