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Los haces de luz se dispersaron con cariño en una tarde cotidiana de un verano caluroso, el atardecer pronto haría presencia en el cielo todavía claro.

Para Jungwon los primero días en esa casa fueron inusualmente estresantes, pues incluso teniendo tantas comodidades y atenciones que nunca antes en su vida se imaginó tener, acostumbrarse a ello fue simplemente un reto para un omega ermitaño y autosuficiente como lo era él.

La presencia de su nuevo gato pareció ayudarlo a evitar pensamientos que conducieran a su condición actual. El animal era tan escurridizo y curioso que en más de una ocasión le hizo tener que buscarlo por cada rincón del sitio, como si tratase de escabullirse y descubrir todo lugar inexplorado por sus enormes ojos celestes.

Y nuevamente estaba en ello, seguramente huyendo de su presencia como un rebelde. Sin embargo, si el pequeño felino era resbaladizo entonces Jungwon lo sería el doble, o al menos eso era lo que pensaba mientras recorría el lugar con una pequeña lata de atún recién abierta, esperando que al menos el oloroso pescado enlatado llamara la atención de su inquieta mascota.

No trató de pedir ayuda a los servidores del lugar, pues aquellos ya parecían un poco agitados por una razón que desconocía por el momento.

Fue mientras pasaba por el pasillo que dirigía a la puerta principal cuando el escándalo finalmente cobró presencia en carne y hueso.

El sonido de los pasos llenó el amplio lugar, pronto se pudo distinguir entre ellos el indudable sonar de tacones a un paso rápido e intranquilo. —No me iré hasta que Park esté en casa.— una voz femenina estalló fastidiada.

Jungwon detuvo sus pasos cuando el alboroto fue extendiéndose rápidamente. Él no tuvo que escuchar a la mujer dos veces para conocerla. Su voz demandante fue la misma de aquella vez, ahora mucho más alterada y molesta.

A pasos rápido, una cobriza abrió sin cuidado alguno la puerta principal, la sorpresa tiñó su pálido rostro con maquillaje corrido antes de que la furia le pintara las mejillas al notar su presencia. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo diablos entraste aquí?— se dirigió esta vez a él.

La situación le pareció inusual, pero hoy en día todo parecía tan irreal que el tono que Yeji usó no hizo ni siquiera una pizca de intimidación crecer en él, por lo que simplemente vio todo con curiosidad, observando como pronto los guardias se acumulaban detrás de la mujer atolondrada.

—Señorita, el señor Park no desea su presencia en esta casa.— habló la voz gruesa de uno de los hombres en traje oscuro, pero la mujer no apartó sus furiosos ojos de Jungwon.

—Contéstame, jodido omega.— ladró con impaciencia.

El omega enarcó una ceja ante el monto. —¿Por qué debería darte explicaciones?— reflexionó en voz alta, todavía desconociendo la razón de ser de toda la escena.

Los ojos de la mujer le vieron redondos del asombro, su boca abierta en indignación. —Maldito omega, debiste haberte trepado en su cama como el malcriado y sucio puto que eres.

La boca del omega se abrió redonda y el rubor apareció en sus mejillas ante el poco pudor de la acusación. —¿Que yo qué?— cuestionó descolocado y un poco molesto.

—¿Piensas que no me he enterado? Ha sido así desde que llegaste a la empresa.— habló con amargura. —Jongseong es tan.. tan indiferente, ni siquiera me escucha cuando le hablo, me ve como si hubiese hecho algo malo, ni siquiera acepta los presentes que le mando.

Una mueca se formó en la boca del castaño. —¿Y eso qué demonios tiene que ver conmigo?— cuestionó, viendo con ojos aburridos a la bola de pelos aparecer por detrás de la muchacha, aunque pronto pudo reflexionar sus palabras.

STUCK [JAYWON/JAKEHOON] [OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora