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Tamborileó el lapiz en su mano sudorosa y apretó una sonrisa fingida en su rostro frente al hombre que yacía sentado en la mesa de aquel lugar, por lo que veía, reteniéndole más de lo que debería.

Había estado haciendo trabajos de medio tiempo bastante informales pues el dinero comenzó a escasear a los meses y las deudas no se saldaban solas, sin embargo, el lugar en el que se encontraban ahora parecía corto de personal. Estaba seguro de que si seguía minando en el sitio en donde estaba probablemente encontraría el oro que tanto requería en ese momento.

Vio de reojo al hombre y lo inspeccionó mientras lo veía recorrer el menú de atrás para adelante, considerándolo terriblemente conocido sin saber de dónde. Vestía impecable, casi tan formal que parecía que había salido de algún tipo de reunión importante. Su rostro mostraba algunas arrugas y su cabello demostraba su seguramente alta edad con lo grisáceo que lucía. A pesar de ello, el semblante del tipo era envidiable para cualquier joven; construído como un tanque y con una sonrisa que parecía casi diabólica que creyó haber visto en alguna ocasión paradójica que aún no recordaba con precisión.

El hombre le sonrió y suspiró, dejando el menú sobre la mesa. —He venido por algo interesante para beber. ¿Qué me recomendarías?

Él acató la pregunta de manera automática, inclinándose un poco en la mesa y tomó el menú para abrirlo en la sección que el caballero le indicó.

—Oh, en ese caso podría ofrecerle algunos de los cocteles de la casa, el Classic Mudslide se vende bastante bien..

Su cuerpo entero se tensó de inmediato cuando sintió una mano pesada acariciar la parte trasera de su muslo. Con un mal presagio recorriéndole la médula, su mirada fue al hombre y este se la sostuvo sin ningún tipo de vergüenza, sin molestarse en apartar su mano.

—Puedo recordar haber visto tu dulce rostro antes, ¿o me equivoco?— cuestionó, su aliento cálido con olor a menta le revolvió el estómago.

Lo primero que vino a su mente fue un tanto de calma al saber que no estaba loco cuando creyó conocerlo de algún lugar, pero simplemente la situación no le permitió estarlo pues aquel jodido agarre se volvió fiero.

Él le sonrió incómodo, más cuando pudo sentir las feromonas que reveló ante él. En aquel entonces no lo había notado. Musgo. —Realmente no lo puedo recordar, señor..

—Tal parece que sí, eres tú. ¿Cómo olvidarlo? Eres exactamente lo que los alfas suelen buscar cuando quieren buena compañía. — murmuró con cierta burla, apartando sus manos lejos del omega.

Una mueca incómoda adornó su rostro ante aquel comentario desubicado y el hombre no tardó en soltar una risita escalofriante.

Él se cruzó de brazos, apoyándose sobre la mesa. —Yang Jungwon. Eras el pequeño secretario de Park.

Un pequeño cortocircuito en su cabeza finalmente le hizo traer de regreso los recuerdos que hizo que sus alarmas sonaran cada vez más ruidosas. Ahora lo recordaba. Kwon Minjae, aquel tipo extraño afiliado a los negocios de Park.

—Oh, lo recuerdo.— se obligó a esbozar una sonrisa gentil, dando una reverencia adecuada. —Me disculpo, creo que he estado un poco distraído esta noche, Señor Kwon.

Las esquinas arrugadas de la boca del alfa se elevaron con un aire chistoso. —Vaya, parece que sí lo recuerdas. Pero no pasa nada, parece que alfas viejos como yo no causan una gran impresión en omegas llenos de juventud como tú, tierno.— mencionó, viéndolo con intriga. —¿Ya no trabajas para Park, cariño?

—Oh, tuve que dejar el trabajo por razones personales.— susurró.

El hombre lo vio con un cuidado intenso y luego sonrió. —Una verdadera lástima. Si yo fuese Park no te hubiese dejado ir nunca, tener a una lindura como tú podría atraer peces gordos sin ningún problema mayor.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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