STUCK [JAYWON/JAKEHOON] [OMEGAVERSE]

03

Entre llamas y vapor, su cuerpo parecía estar en un complejo estado de confusión. Sudando, temblando, con los dientes chirrando apretados, Jungwon no podía sentir otra cosa más que terror en su más puro estado; corriendo por sus venas, alimentando miedos y recuerdos que no debían de ser mencionados.

Se forzó a sí mismo a reconocer el lugar, un inútil intento fue todo lo que su cuerpo dio al intentar abrir sus ojos. Todo era opaco y la penumbra de lo desconocido acechaba tan cerca que parecía haberse fusionado con su presente.

Reconocía que ya no estaba en aquel asqueroso callejón. Su olfato ya no detectaba aquel putrefacto aroma hediondo y húmedo. Tampoco detectaba el fresco aroma a cerezas, aquel aroma dulzón que el desconocido llevaba encima.

Sin embargo, distinguió uno nuevo, uno que entre la debilidad y pesadez de su magullado cuerpo logró reconocer. Casi imperceptible, de dudosa procedencia pero calmante como el demonio. Una luz en el túnel, calma para la tortura que su cuerpo atravesaba.

¿Dónde?..

La fricción de las suaves sábanas le hizo jadear mientras se retorcía. El instinto había suprimido por completo su capacidad racional, dejándolo a la deriva de su necesitado lobo que no paraba de sollozar y clamar por alivio. Era doloroso, desde el fondo de su pecho hasta la punta de sus pies, era común que su cuerpo buscase tomar y recibir a cualquiera, a quien fuese, sin importar si fuese digno o no.

No obstante, fue diferente. Quería encontrar al dueño de aquel peculiar aroma que le recordaba a casa y le transmitía seguridad. Lo necesitaba con urgencia, atravesaba más allá de la racionalidad o incluso el propio instinto.

—El celo puede ser jodidamente insufrible a veces.— una vocesita dentro de su cabeza llamó su atención, pero aquella pequeña voz, suave y gentil, no cuadraba con el desastre que se encontraba abatiendo su lado racional e instintivo.

Con un pequeño gemido adolorido, abrió los ojos y miró a su alrededor casi rebasando la línea entre la consciencia e inconsciencia. Los sentidos alertas del omega propios de un estado propiamente instintivo fueron rápidos en activarse, y con la mirada nublada se encontró con dos figuras completamente desconocidas frente a él.

—Oh por la Luna, Hoonie; está despertando.— exclamó un pelinegro. El omega de cabellos castaños dirigió su borrosa vista hacia él, el que parecía haber hablado le dedicó una sonrisa con una extraña mezcla de alivio y nerviosismo.

—Jakey... aléjate un poco, ¿bien?— pidió el aclamado, que a su parecer se escuchaba como el omega de peculiar aroma dulce. Esta vez dirigió su vista aún un poco borrosa a la persona de dónde provenía la voz, notando que, en efecto, la voz si pertenecía a aquel omega al que quiso salvar.

Jungwon, mareado y luchando entre su instinto y el raciocinio, no pudo evitar dejar salir un suspiro tembloroso. Estaban bien, habían salido de aquello bien.

—...un omega en celo es muy sensible al aroma de un alfa, podría saltarte encima si se siente intimidado.— las palabras del omega llamarone la atención del debilitado Jungwon, quien solo pudo fruncir el ceño.

Luchando consigo mismo, movió su naricita, olfateando el aire mientras los otros dos hablaban de cosas que realmente no le interesaba. La ráfagas de calor mermaron justo antes de la tormenta y el omega se permitió enfocarse en aquel aroma que buscaba con vehemencia.

Suave pero potente, indudablemente dominante; el omega ronroneó suavecito al percibir el aroma y cerró los ojos, intentando encontrar de donde provenía. Su sensibilidad no le ayudaba a concentrarse y las feromonas comunes de aquella pareja dificultaba su meta.

Insistente y ansioso, Jungwon miró a los sujetos frente a él, específicamente al pelinegro que, por su aroma dominante a un frondoso bosque de pinos, deducía que era alfa. Algo llamó su atención. Había algo en él que olía de maravilla. No, no era su aroma a pino el que buscaba. Había algo más, aquello con el que se había familiarizado de una forma aterradoramente espontánea, casi inimaginable.