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Capítulo Setenta y Tres:
Nuevos planes.-Radley PDV-
Es impresionante lo mucho que pueden cambiar las cosas en cuestión de un par de meses, poniéndome específico, seis.Seis meses habían pasado desde que leí la carta que mi difunta madre me había enviado. El tiempo había hecho lo suyo y me encontraba más recuperado. Al menos podía hablar del tema sin caerme a llorar en el suelo por varias horas.
Las cosas por aquí también habían cambiado bastante. Para empezar, quedaban tan solo unas semanas para graduarnos de la secundaria. Lo cuál nos tenía muy orgullosos a todos.
Tate y Liz llevaban seis o siete meses de casados. Habían rentado un gran apartamento juntos e incluso adoptaron un perro, Tate quería ponerle Wingo Junior pero Liz lo bautizó como Boots.
La pequeña Gwen ya comenzaba a gatear y Dante no podía estar más orgulloso. Enviaba videos de ella todos los días para informarnos de su progreso.
Henesa se había hecho un cambio de look, dejando su melena rubia atrás y pintándola de un marrón chocolate. A mí no me gustó pero Patrick estaba encantado, dijo que le gustaban más las morenas.
Grace y Faine seguían igual que siempre, enamorados y felices. Y hablando de parejas, Mercy y Harold ahora eran una. Decían que Hercy sería el nombre de su shippeo.
Y yo. Bueno, que podía decir de mí.
-¿Estás listo, Rad? Papá nos espera en casa para la cena de esta noche-mencionó Bob saliendo del baño con una toalla cubriendo su cabeza.
Ajusté el nudo de mi corbata mientras lo observaba en el espejo. Tenía que lucir presentable.
-¿Luce bien así?-pregunté inseguro.
Bob caminó hacia mí, quitándose la toalla de su cabello. Usaba solo ropa interior y su cabello mojado emanaba el olor a ese shampoo de frutas que usaba.
-Creo que te ves perfecto-dijo dándome un suave beso en la mejilla.
Sonreí, complacido.
-Tú si lo haces ¿de verdad debemos ir? Me encantaría poder quedarnos aquí-dije abrazándola con fuerza.
Bob soltó una carcajada.
-Hemos estado aquí por más de tres semanas ¿acaso estás nervioso?-cuestionó mirándome con los ojos entrecerrados.
Bufé.
-¿Yo? Pfff, por supuesto que no-contesté tragando saliva.
Bobby arqueó una ceja.
-¿Seguro? Tu cara dice lo contrario, Dalton-dijo burlona.
Rodeé los ojos.
-Bien, quizás un poco. Solo tengo miedo de que tus padres estén molestos conmigo por tenerte aquí la mayor parte del tiempo-comenté.
-Vamos Rad, mis padres están demasiado concentrados en Gwen como para pensar en eso. Además, les encanta que tengas tu propia casa-intentó calmarme.
Amaba eso de Bob. Siempre intentaba hacer que me mantuviera calmado, tranquilo. Y lo lograba, con unas simples palabras o su sola presencia podía lograrlo.
La observé mientras se ponía un vestido negro con encaje gris en la parte baja. Le llegaba un poco más arriba de las rodillas, se veía fenomenal.
-Te amo-dije viéndola.
Bob sonrió.
-También yo-contestó.
Una alarma sonó en uno de nuestros celulares.
-¿Programaste la alarma? La cena es en treinta minutos-pregunté curioso.
-Oh no, es solo un temporizador para saber cuánto tiempo tenemos-expresó.
Fruncí el ceño.
-¿Para que?-pregunté confundido.
-Para divertirnos un poco antes de irnos, quiero ayudarte a que estés menos nervioso-comentó acercándose.
Seguía sin entender hasta que Bob comenzó a darme algunos besos en el cuello. Acelerando mi respiración.
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-Bobby PDV-
-Y Liz me dijo: mátala, idiota-terminó Tate haciéndonos reír a todos.Al comienzo de la cena, Tate estuvo contándonos algunas anécdotas de su matrimonio con Liz. Esta era sobre cómo Liz lo obligó a matar a una cucaracha que salió de su cocina.
-Disculpen, lamento interrumpirte hijo pero necesito su atención un momento-dijo mi padre levantándose de su silla y chocando un tenedor con su copa.
Todos lo observamos atentos.
-Quiero agradecerles a todos por venir esta noche, ha sido una velada perfecta-comentó papá.
Sonreí.
-Gracias a usted, Sr. Wights por la invitación. La pasta estaba deliciosa-interrumpió Harold.
Mercy le dió un golpe en el abdomen con su codo.
-¡Auch!-soltó Harold.
Contuve la risa.
-Ya saben que la graduación está cerca, me emociona ver a mis muchachos por fin obtener el título que tanto tiempo les ha costado alcanzar-continuó hablando papá.
-Especialmente a Radley que está repitiendo un año-susurró Faine.
-Hey-dijo Rad.
Reímos.
-Julie y yo nos pusimos de acuerdo para darles un regalo por su futuro título, y próxima incursión a la universidad-dijo papá.
Fruncí el ceño observando a Tate. Él solo levantó los hombros, al parecer tampoco sabía nada.
-Sus padres también ayudaron, así que no olviden agradecerles. Julie, por favor haz los honores-dijo mi padre señalando a mi madre con ambos brazos.
Mi madre se levantó de su asiento y caminó hacia la sala. Trayendo un enorme pizarrón de la cocina, el cuál estaba tapado con una tela negra.
-Esto es por ustedes chicos, felicidades-soltó mamá antes de descubrir el pizarrón.
Todos nos quedamos boquiabiertos. No podíamos creerlo.
En el pizarrón frente a nosotros decía: SE VAN A NUEVA YORK. Escrito con la letra de mi madre.
-Señora Wights, si esto es una broma estaré demasiado enojada para dirigirles la palabra en al menos un año-dijo Grace observando a mi madre con el ceño fruncido.
Mamá soltó una carcajada.
-Tranquila Grace, hablamos muy enserio. Nuestro regalo de graduación para todos ustedes es un viaje a Nueva York-dijo mi madre.
Todos comenzamos a gritar, emocionados.
-¡Nos vamos a Nueva York!-gritó Hen observándome.
Asentí emocionada.
-¡Wuuuu!-escuché el grito de Harold.
Sonreí. Nuestro sueño siempre había sido conocer Nueva York, al parecer ahora sería una realidad.
-Nueva York, allá vamos-exclamó Patrick emocionado.
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Bienvenidos/as a Un Pequeño Gran Intruso.
Mil gracias por todo su apoyo, este libro ha sido una enorme bendición para mí.
Quiero informarles que le quedan tan solo 2 capítulos más. Ya casi le damos final a esta gran historia entre Bobby y Radley.
Gracias por leer, nos vemos pronto.
-Mary
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Un Pequeño Gran Intruso ©
Teen FictionNadie esperaba que Radley Dalton regresara después de cinco años de haberse mudado. Pero lo hizo, regresó. Y no fue muy agradable su regreso, al menos no para Bobby Wights; la chica que atormentó desde niños.