Capítulo 3

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Jayden
 


Mateo se quita el preservativo y lo hace bola empuñándolo con fuerza como si no quisiera que lo viera. Nunca había visto a alguien follar con tanta desgana. Me acerco y le doy un golpe seco en el hombro.

—A mi oficina —ordeno pasando por alto el pequeño momento que le hice pasar.

Asiente y casi puedo escuchar sus dientes rechinar mientras los aprieta. Una mueca irónica tuerce la comisura de mi boca, sigo sin tragarme el cuento de que es gay.

Sale detrás de él, a pasos rápidos y se adentra en el pasillo que solo conduce a mi oficina.

Salgo de la cocina pisándole los talones, pero me detengo en acto reflejo cuando veo a Anastasia cruzar velozmente con alguien escalera arriba. Voy en esa dirección.

—¡Hey!, ¡ey! —la interpelo. Subía con prisa y va de la mano con el hijo de los Caruso—. ¿A dónde vas?

—A ensayar, señor —responde él.

—No te pregunté a ti, estoy hablando con ella —siseo.

Anastasia se pone roja y mira de reojo a Massimo.

—Massimo me está enseñando unas técnicas de violín para sonar más afinada.

—¿En la habitación? —mastico entre dientes con el ceño fruncido.

—La mamma, me deja ensayar en la habitación con…

—Alessandra no está —la interrumpo—. No los quiero encerrados en la habitación.

Ella resopla y ambos empiezan a descender los peldaños que habían subido.

—¿Qué edad tienes? —inquiero mirando a Massimo.

—Diecisiete señor —responde con una voz rasposa mirando hacia la pistola que tengo enganchada en el pantalón.

—Eres mayor que ella…

—Jayden… —interviene en un susurro Anastasia.

El teléfono me vibra. Lo saco y miro quien es: Edmon.

—Luego retomamos la conversación —le advierto a Massimo.

Anastasia no tarda en tomarlo de la mano e invitarlo a que salgan al jardín.

Llevo el teléfono a mi oreja.

—¿Qué? —siseo.

—Te estuve llamando ayer y no contestaste —reclama—. No sé, acuérdate de los que alguna vez te dieron la mano y contesta, que tal que hubiese sido una emergencia.

Miro a cada lado asegurándome de que nadie esté por los alrededores.

—Edmon, ve al grano. Estoy muy ocupado.

—Me tomaré unos días fuera de la organización, estoy con Nova en una de mis propiedades. De momento me encargaré de lo que me has encargado, solo quería advertirte que nos andan rondando, hace una semana estuve en Canadá y se metieron a mi apartamento, el tipejo tenía órdenes claras de matarme, era asiático con eso te lo digo todo.

Frunzo el ceño, contraído.

—Yo me encargo.

Cuelgo y camino hacia mi oficina.
Mateo está apoyado en el bordillo del escritorio, al verme se endereza de súbito.

—Vete, tengo unos asuntos más importantes que arreglar. ¡Ah! Y la próxima vez que mires a mi mujer como lo has hecho en el recibidor, voy a sacarte los ojos  —advierto.

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