Capítulo 12 |Maratón 1/3|

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Alessandra

No he pegado ojo en toda la noche. En tres días puede que mi vida de un giro el cual no quiero, la situación se nos está saliendo de control.

Hace rato que las niñas están en sus labores, están recibiendo clases online. Ambas frente a su Tablet: Eleonora sentada en su mesita, Anastasia en su cama. Y yo tengo la computadora en frente y no puedo trabajar, los inventarios de Filabank no dejan de salirme mal, estoy desconcentrada, Jayden no sale de mi cabeza y sé que se va a enfadar conmigo por que no puedo irme y empezar, no puedo ni quiero lo necesito conmigo hasta el final, si no vuelve correré el riesgo que amerita buscarle. La idea me humedece los ojos, cruzo los dedos para verlo entrar por esta puerta el viernes.

Cierro los ojos con fuerza: «Por favor, Diosito, sé que no estoy en posición de pedirte nada, que soy una pecadora que te ha defraudado, pero tráemelo con bien. Yo creo en ti, por que tu no eres una religión ni lo que se hace en ella. Eres el Rey de Reyes».

Por instinto me persigno. 

Vuelvo a posar mi vista en la pantalla, tengo mas de 94 correos esperando ser revisados por mi. Los voy revisando por un buen rato. Ya casi es hora del almuerzo cuando suena la puerta. Debe ser que traen la comida.

Me incorporo abrir y veo a la hermana Dolores, está un poco mas gordita, pero luce mas fresca y relajada que en tiempos atrás.

—Buenos días, su madre está en la entrada del monasterio dice que viene a verla —habla despacio irradiando tranquilidad.

Sin saber por qué, mi corazón palpita a mil. Pensé que después de nuestra discusión no vendría. Pero claro son cuatro años sin vernos en persona una pequeña discusión pasa a segundo plano para una madre.

—Sí, por supuesto tráigala aquí por favor —confirmo.

Ella asiente y se medio gira.

—Me alegra de volver a verles —susurra antes de retirarse.

Su comentario me sorprende un poco, realmente parece otra mujer, quiero decir más relajada e incluso me atrevería a decir empática.

A penas cierro la puerta corro hacia mi cama.

—¡¡Eleonora, Anastasia, venir aquí!! ¡Rápido! —doy un golpecito en el colchón.

Ellas se apresuran a sentarse a mi lado. Una al lado de la otra.

—La abuela Rose está aquí —advierto—. ¿Cuál es nuestra historia para la abuela Rose?

Mi pregunta va especialmente para Eleonora, ya que Anastasia es mas grande y lo entiende mejor.

Eleonora mira a su hermana como si esperara que hable, pero al ver que Anastasia no lo hace toma la palabra:

—Vivimos en Australia, en la granja de papi con el abuelo y la abuela Glass, todas las mañanas buscamos huevos en el gallinero y tu y papi ordeñan la vaca para la leche del desayuno, la casa es muy grande rodeada de pasto, amor y paz. A veces me duelen los pies por que todo los días caminamos una hora para ir al colegio del pueblo.

—¿Y si la abuela pregunta si leemos la biblia que decimos?

—Toda las noches sin falta y con oración.

—¡Bien!

Le doy la mano para que choque los cinco. No me gusta enseñarle a mentir, pero con mi madre es necesario. Es capaz de hacer un escándalo e incluso llamar a la policía si sabe la verdadera profesión de Jayden y ya las cosas están demasiadas complicadas como para empeorarlas mas.

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