Alessandra
Sigo los pasos de mi marido por el pasillo yendo detrás de él.—Quería comentarte algo —susurro asustada—. Mañana iremos almorzar con mi padre y mi hermano.
No recibo respuesta por su parte y si la ha dicho no he escuchado bien.
Se adentra a la habitación sin ni siquiera mirarme y deja la puerta abierta para mi.
Cierro la puerta a mi espalda, Jayden se detiene frente a una cama grande con sábanas negras de seda, todo parece que ya estaba preparado. ¿En qué momento organizó todo?—Mañana tengo que trabajar —balbuceo mirando a todos lados—. Tengo que estar sentada mucho rato en el…
Se gira a mirarme y dejo de hablar en el acto.
—A la cama —puntualiza.
Me mojo los labios y miro a donde me ha dicho. Me muevo con recelo y me siento con cautela.
—Estaba preocupada por ti —hablo queriendo tantear el ambiente.
—Ah ¿Sí? —Cuestiona, pero sabe que es cierto. Asiento.
Se queda mirándome y luego procede a buscar algo en un cajón.
—En ropa interior y con el culo en pompas —ordena.
De repente se me agita el corazón sobremanera. Me incorporo como quien no quiere la cosa y me empiezo a desnudar.
—¿Qué vamos hacer? —finjo inocencia con una voz temblorosa.
No me responde y se empieza a desvestir él también.
En ropa interior subo a la cama, primero me pongo de rodillas sobre el colchón, luego encorvo la espalda dejando las nalgas en pompas con la mejilla pegada al colchón, y las piernas ligeramente separadas. Mi cuerpo está confundiendo la situación, tengo el corazón en la boca y a la vez un cosquilleo extraño proveniente de mi sexo.
Cierro los ojos cuando lo siento acercarse. Y casi al instante unos dedos apartan la tela de mis bragas. Me quedo quieta, con los sentidos alertas, mientras sus dedos acarician mi centro. Suspiro. Y como si fuese un castigo se aleja.
Medio giro la cabeza cuando escucho el sonido de un cubo y por el sonido puede que contenga hielo. Clavo mis dientes en mi labio inferior cuando algo frio rosa mi sexo suave y homogéneo sobre la tela.
—¿Por qué eres tan desobediente? —pregunta con un matiz ronco.
Siento como vuelve apartar la tela de mis braguitas hacia un lado, y deja que el hielo se pasee por mis pliegues.
—¿Por qué? —su pregunta se ha vuelto mas seria y me obligo a responder.
—Trato de no serlo.
El cubito de hielo gotea sobre las sábanas mientras él lo frota, y no es para menos estoy tan caliente que debo arder y todo ese calor lo está recibiendo el pobre hielo.
—Pues no lo consigues —sisea.
—¡¡Ahs!! —Un azote repentino aterriza en mis nalgas, ha picado y calentado esa zona al instante.
Mis uñas apretando las sábanas.
—Voy a volver a preguntártelo —recalca—. Cada mentira será doble.
¿Qué se supone que deba responder?
—¿Por qué eres tan desobediente? —vuelve a preguntar.
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Desenfreno
عاطفيةVolver al lugar del que por tanto tiempo deseo salir, nada es igual para Alessandra y ella lo sabe: el deseo, el desenfreno y la traición arañan en su espalda más feroz que nunca dejando cicatrices difíciles de borrar. El reloj retrocede haciendo...