Capítulo 8

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Franco

Tengo los dedos congelados y los guardo en el bolsillo para calentarme y Anastasia me imita. Nadie nos vio entrar a la zona “C", el grupo de niños que se dirigía a cenar se apilan cerca de la fuente y desde ahí la hermana Carmen los guía hacia la parte de atrás del comedor principal.

—Nunca se me había ocurrido hacer esto —alude Anastasia visiblemente emocionada.
—No puedes contarle a nadie —le recuerdo.

Ella asiente. Nos adentramos a la biblioteca y visualizo todas las estanterías de libros, empujamos unas cuantas antes de dar con la correcta.

La estantería es bastante rígida de mover, pero entre los dos lo conseguimos. Hay un túnel blanco frente a nosotros. Apenas nos acercamos una sucesión de luces pequeñas se enciende como dominó alumbrándonos el camino.

Anastasia es la primera en entrar, la sigo en automático y me apresuro a cerrar la entrada.

Al final del túnel hay una puerta, empujamos con discreción; para mi sorpresa todo está solo, no hay más que máquinas. Máquinas de torturas. El lugar no huele bien y da la sensación de que lleva años sin limpiarse ¿Será que las puertas ya no están funcionando?

Anastasia se tapa la nariz y tiene motivos para hacerlo.

—Ven —Tomo su mano—. Vayamos a ver si podemos pasar a las otras puertas saliendo de esta por ahí —señalo la puerta trasera.
Anastasia me sigue y terminamos bajando por una escalera de caracol que está al ras de un ascensor, seguimos bajando hasta que escuchamos música.

—Vamos a salir por aquí —digo sujetándole la mano.

Para nuestra buena suerte no hemos llamado la atención, y hemos quedado dentro de alguna de las puertas.

—Cantar de los cantares —lee Anastasia viendo el letrero que nos recibe.

El suelo es de baldosa negra y blanca, como si fuese un tablero de ajedrez, las paredes también, incluyendo el techo. Da una sensación 3D. Hay cortinas de plástico trasparente colgado del techo, y grandes bombillas iluminando zonas específicas. Y como imaginaba bebidas, y sustancias psicoactivas. No estoy seguro de si hice bien en traer a Anastasia aquí.

Nos comenzamos a mover por el lugar buscando mezclarnos en el ambiente.  Hay más mujeres que hombres, ellas están vestidas con mini faldas de cuadros, medias largas a juego y botines negros, se cubren a pesar de que no hace frío aquí; aún así la ropa no deja de ser muy sugerente.

No hay lugar alguno en donde sentarse y de fondo suena una ópera antigua.

Caminamos hacia la pared del fondo donde hay diferentes cascadas, diferentes colores; hay copas y vasos pequeños de cristal cerca.  

—Hey deja eso —Le quito un vaso de vodka que intentaba llenar de la fuente—. Solo vino y no más de tres copas.

Para no devolver el licor a la fuente termino bebiéndolo. Para mi sorpresa esta en su punto, frio en su punto y entra tan bien que vuelvo a repetir. Anastasia termina tomando una copa la cual llena de vino y luego se lleva a los labios.

—¿Es la primera vez que tomas alcohol? —le pregunto.

—No, mi padre tiene una colección de licores en los almacenes de la cocina y una que otra vez le he robado algunas botellas —medio sonríe—. Pero sé beber con responsabilidad.

—Se me hace raro escucharte llamarle padre a Jayden —confieso, de hecho es la primera vez que la escucho referirse así.

Se encoje de hombros.

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