Capítulo 16

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Jayden


—Mi Capo hemos llegado —anuncia el jefe de los soldatto girando la cabeza hacia atrás desde su asiento en el control del helicóptero—. Hemos sobre volado la zona el perímetro está tranquilo y todo indica que están solos.

—¿Entonces, qué esperas para aterrizar? —siseo.

—Sí, señor —se gira poniendo la vista al frente.

El helicóptero empieza a descender no hay un lugar estable para el aterrizaje, pero aterrizaremos igual. Una vez el helicóptero toca tierra salgo con mi pistola cargada y movimientos propios de una emboscada. Le hago seña a uno de los que me acompaña para que rodee la choza, estoy seguro que si Franco escogió estar aquí y no en un hotel cinco estrella es por que pensó que así llamaría menos a la atención.

Rodeamos la zona, la puerta principal no amerita de una gran técnica para ceder la cerradura y terminar entrando. El lugar es pequeño y deja todo a la vista, una cama, ropa, una mesa con velas y una pequeña nevera. Miro hacia la cama y los veo a los dos, Franco y Anastasia dormidos, él está abrazado a ella y ella está acurrucada a él.

Frunzo el ceño,  y llevo la boca de mi pistola a su carótida buscando despertarlo con el frio del metal. Se espanta en el acto y trata de hacer un movimiento brusco que logro frustrar ejerciendo presión.

—¡Shhh! Quieto —advierto. Franco alza las manos despacio al reconocer mi voz.

Anastasia abre los ojos de repente y pone cara de espanto al verme. Mira hacia todos lados jadeando algo que no logro descifrar.

—Salte de la cama, cálzate y ve con él —le indico con fingida calma.

Ella mira a Franco en pánico y termina saliendo de la cama con movimientos temblorosos, y se calza despacio sin dejar de mirarme.

—Pá, no le hagas nada por favor —me pide en un sollozo.

—¡Espérame afuera! —la interrumpo, y señalo con el mentón para que vaya con quien le he indicado.

La escucho sollozar mientras se aleja, hasta que no la veo más. Vuelvo a poner toda mi atención en Franco.

—Confiaba en ti mas de lo que debí —gruño desilusionado.

—Te juro que no la he tocado —se defiende—. Pregúntale a ella misma, pregúntale como la he tratado, pregúntale si la he tocado.

—¿Con que derecho te la has traído? —bufo.   

Niega con la cabeza en señal de arrepentimiento.

—No hice las cosas bien lo admito, cometí un error —se disculpa.

Tenso la mandíbula con los dientes rechinando.

—Quiero que escuches bien  —planteo—. Te estoy dejando vivo, y tu permanecerás a cien millas de distancia de Anastasia. Me siento traicionado Franco y una traición sabes como se paga en la familia.

Se queda callado. Si no fuese por que siempre fue mi favorito, no le estaría dando esta oportunidad. Doy pasos hacia atrás dando por hecho que él tiene los medios para volver a Italia.

—¡¡No me la quites, joder!! —exclama casi en una súplica.

—No empeores las cosas, hazme caso y vete a Italia —finalizo.

Doy pasos hacia atrás dispuesto a irme.

—¡Quiero pedirte su mano! —suelta de repente.

Tuerzo una sonrisa gélida cargada de soberbia. Franco sabe que mi palabra va a misa, si he dicho algo; eso se hace. Y que de gracias que no es un tipo cualquiera por que si no, ya estuviera muerto. Me giro ya en el marco de la puerta.

Desenfreno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora