A R I E L A R É C H I G A
Por el retrovisor de el deportivo alcance a ver como cinco camionetas y cuatro motocicletas me estabas siguiendo, claramente no era gente de aquí y no me quedaba nada que hacer más que pisarle hasta el fondo para poder ver si los perdía hasta que actuar. Dejé caer mi pie sobre el acelerador y mire cómo traía el tanque lleno, mientras que aceleraba conduciendo a toda velocidad a más de 150 kilómetros por hora, dando todo lo que podía.
Comencé a ver cómo las camionetas Range Rover también aceleraban junto con las motocicletas, haciendo que yo apretara el volante mientras que veía por donde escapar, pero era casi imposible por que estaba en medio de Culiacán y no traía escoltas, por haberme escapado a dar la vuelta y simplemente pensar en todo lo que hacía pasado desde que Ovidio y yo comenzábamos a compartir simples besos que hacían que mis sentimientos se confundieran aún más, pero que no me molestaba para nada.
Me estire abriendo la guantera y viendo aquella arma que Ovidio me había regalado, mientras que la tomaba entre mis manos y la ponía sobre mis piernas, saque el cartucho viendo que estaba llena de balas, pero no los podía derrotar con diez balas, y menos sola.
Tome la desviación hacia un lugar lejano de todas las casas donde pudieran estar mi finaliza mientras que aceleraba como mi padrino me había ensañado si alguna vez me seguían. Cuando mire cómo de las camionetas de lujo, algunos hombres que parecían sicarios y lo eran, se asomaban y comenzaban a disparar a el deportivo sin compasión, mientras que las balas atravesaban el metal, por que este auto no estaba blindado.
Cerré los ojos mientras que sentía como el alma se me iba de el cuerpo, tome mi celular y estaba comentando con el Bluetooth así que hablé con Siri.-Llama a Ovidio.-Hablé mientras que aceleraba de nuevo, mientras que seguían impactando el metal de el auto, los timbres comenzaron a sonar detrás de la abocinas de el auto.-Contesta Guzmán, contesta.-Susurre.
Apreté mis nudillos contra la piel que cubría el volante de el Porsche blanco con naranja, y en ese momento se oyó con Ovidio que parecía apenas acabar de despertarse.-¿Que pasó?
-¡Me quiere matar, Ovidio!-Hable mientras que aventaba el celular hacia el asiento de el copiloto y miraba por los espejos como cada vez estaban más cerca de mi por más que aceleraba.-¡Me están persiguiendo!
-¿¡Que, que!? ¿Donde estas? ¡¿Para que Les pago a tus escoltas?! ¡Pinches buenos para nada, hijos de su pinche madre!-Hablo mientras que en eso, escuché como la bala atravesaba la ventana haciendo que los cristales salieron volando. Me hice pequeña en mi asiento mientras que miraba por los espejos.-¡¿Estas bien?!
-¡El carro no está blindado! Son muchos Ovidio, son como cinco camionetas y algunas motocicletas, ya rompieron el vidrio de atrás.-Lloriqueando hable mientras que sentía como las balas seguían pasando por el carro, por más que fuera un deportivo no podía conducir más rápido, por más que aceleraba ya había rebasado los más de 180 kilómetros por hora, pero ellos también, ese era el problema.-¡Me can a matar!
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Cicatrices | Ovidio Guzmán | TERMINADA
RomansaNo ahí cicatriz por brutal que parezca, que no encierre su belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria. Un remate perfecto que nos sana dañándonos. La forma...