A R I E L A R É C H I G A
Acaricié con mucho cuidado y delicadeza la mano de mi novio, viéndolo y haciendo que mi corazón se rompiera completamente, no sabía cómo expresar lo que estaba sintiendo a él mirarlo ahí tirado en un cama, dependiendo de esas máquinas que lo mantienen vivo, no sabía que hacer o cómo hacerlo. Su piel estaba completamente pálida, sus labios resecos y sus ojos, se le notaban algunas venas debido a el color de su piel, mientras que barba había crecido un poco más en estos días, en los que literalmente había vivido en el hospital junto con Iván, Alfredo, Sebastian y Aria. Sentía que mi mundo se estaba cayendo a pedazos, necesitaba estar en mi cama pero no dejaría que mi novio se quedara aquí solo, cuando me tenia a mi.
-Mi amor.-Hablé sollozando, estaba sentada a su lado mientras que con una mano lo acariciaba y con la otra, acariciaba mi vientre, que había crecido aún más, haciendo que mis bebes de hicieran notar. Por más que no tuviera apetito, mi tío e Aria me hacían comer aunque no quisiera y lo tenía que hacer por mis bebés.-Mira nuestros hijos, tus bebés.-Señalé mi vientre aunque el no me pudiera ver, pero Carlota, la doctora, me había dicho que hablarle y decirle lo que me pasaba a mi a y mis hijos era buena idea, el me podía escuchar tal vez.-Ya se que serán, mi amor, tendremos un Niño y una niña.-Hablé emocionada, a pesar de el mal momento que estábamos pasando. Mis bebés eran la fuerza que necesitaba para seguir adelante junto con Ovidio.-Necesito que te levantes por que si no, Iván le pondrá nombres a nuestros hijos, bebé.-Hable con una quena sonrisa, acaricié su mejilla con mucho cuidado de no hacerle daño. Mientras que veía como había un vendaje sobre su cabeza, para que cubriera aquella herida.-Me estoy haciendo cargo de el cartel, de tu parte y las cosas van bien, además de que mi papá me dejó algunas cosas.-Murmuré.
Sonreí embobada viendo su rostro, habían pasado dos dias. Que habían sido los más largos de mi vida, estaba tan acostumbrada a estar sobre los brazos de mi novio, a sus besos, caricias, bromas, juegos, a el amor que el me tenía, que esto era una de las cosas más difíciles que había pasado. No había minuto en el que no extrañaba sentir sus brazos sobre mi cuerpo, sus besos en mi cara y sus caricias, como me rodeaba con sus brazos y besaba la punta de mi nariz. La forma en la que me tocaba y me hacía sentir mujer, la forma en la que me besaba cuando estábamos juntos y cómo hacía que gimiera con un solo beso, o cómo hacía hasta lo imposible para cumplirme cada uno de los caprichos que quería, aque is serían las dos de la mañana y yo quisiera o tuviera el anotojo de una nieve, Ovidio iría hasta Culiacán o mandaría para cumplirme cada uno de mis antojos.
-Cariño.-Movi lentamente a Ovidio que estaba desaviado a mi lado. Dos de la mañana eran y yo tenía jamas de pollo rostizado, si, mis antojos eran muy raros pero de verdad tenía ganas de comer eso.-Bebé.-Bese sus labios y después el se levantó adormilado, viéndome.
-¿Ya se te quieren salir los chamacos? Ya ni la frieguan plebes, dején dormir y espérense a la mañana.-Rodé los ojos con molestia mientras que veía como el estaba sentado sobre la cama, para volverse a acomodar sobre la cama.
-Tengo un antojo, bebé.-Movi mis pechos por encima de la pijama para embarazada, solo por que quería pollo y tendría que recurrír a esto para que me comprara lo que yo quería. Ovidio me miró con una sonrisa para besar la comisura de mis labios.-Quiero pollo, pollo Kentucky.
-¿Eh?-Habló el mientras que pasaba sus manos por mi vientre, acariciandome por encima de la tela.-Bebé, de donde conseguirán pollo Kentucky los muchachos a estas horas.
-No se.-Me encogí de hombros, mientras que el ponía su cabeza sobre el hueco de mi cuello, me encantaba la forma en la que parecíamos estar hecho como rompecabezas.-Para eso les pagas ¿No?
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Cicatrices | Ovidio Guzmán | TERMINADA
RomanceNo ahí cicatriz por brutal que parezca, que no encierre su belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria. Un remate perfecto que nos sana dañándonos. La forma...