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A R I E L  A R É C H I G A

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A R I E L  A R É C H I G A

-Ay, ay, ay.-Me queje cuando sentí como Ovidio me abrazaba por atrás, envolviéndome con sus brazos y dejando leves besos sobre mi cuello, haciendo que mi piel blanca de pusiera de un leve tono rojizo, además de sentir como su gorra chocaba contra mi cabeza y su aliento sobre mi pecho, me lleve la manos a la cabeza y lo mire. Tenía una pequeña sonrisa mientras que me miraba.-Ay.-De nuevo hablé cuando sentí como comenzaba a hacerme cosquillas con sus labios.-Eres.. m..uy t..ierno.-Murmuré con una sonrisa. Cuando sentí de nuevo como impáctala sus labios contra los míos, moviéndolos una y otra vez a un compás.

-¿Ah si?-Dio leves pasitos hasta que pego su bulto en mi trasero.-¿Tierno?-Susurró sobre mi cuello pasando su barba de algunos días, haciendo que mi piel se erizara y mis piernas temblaran por el hecho de tenerlo cerca de mi.

-Si eres muy tierno cuando estas caliente, y cuando estas enojado conmigo, y cuando quieres que te mime.-Pronuncie mientras que el restregaba su bulto sobre mi trasero, poniendo una de sus manos sobre mi cuello haciendo que algo en mi se prendiera.-Eres muy tierno, aunque a veces seas muy posesivo.

-No soy posesivo.-Puse los ojos en blanco cuando el hablo. Ovidio se había encargado de aunque no estuviéramos juntos oficialmente, dejarme marcas para que supieran que era la mujer de alguien —como el decía— por que cualquier mínima cosa, podía llegar a explotar y era lo menos quería.

-Si lo eres.-Suspire.-Ovidio parece que era ahorcaste anoche, mira como me dejaste el cuello.-Contuve mi risa mientras que el movia mi cabello hacía un lado, dejando ver cómo mi cuello tenía múltiples manchas moradas y algunas rojas, donde Ovidio había marcado sus dientes o simplemente ponía sus manos sobre mi cuello.-Eres posesivo, pero así me gustas.

-Lo se.-Se encogió de hombros.-Te gusta que te peguen, chinga.-Ovidio hizo que riera mientras que el seguía embobado viéndome a los ojos. Y como ya era costumbre robandome uno que otra beso.-Para eso tienes a tu hombre, para que te de duro contra la pared.-Mis mejillas de tiñeron de rojo mientras que sentía como el calor de su cuerpo estaba haciendo efecto en el mío.

-Nunca hables de esto con alguien más que no sea yo.-Murmure con temor mientras que el asentía para después, morder levemente mi mejilla y dejar un beso sobre ella.-Me vas a dejar sin cachetes.

-Es que me gustan tus cachetes.-Ovidio pronunció mientras que me veía a los ojos y de nuevo, me apresionaba entre sus brazos para que me quedara a su lado.-Mucho, mucho, mucho.-Dio pequeños pasos llevándome con el, mientras que yo solamente disgustaba de sus caricias.

Hacia algunos días que habíamos vuelto de nuestras mini vacaciones solos. Y la verdad me encantaba ver cómo Ovidio me estaba tratando, las cosas en la casa han ido de mal en peor, mis tíos están algo enojados conmigo por haber puesto a buscar a Ovidio, pero lo estaba haciendo con la gente que todavía quedaba de mi papá y pad ami no había problema. En cambio, mi abuelo no me había querido ni hablar desde que me bese con Ovidio enfrente de todo el mundo, lo único que me había dicho era que estaba decepcionado de mi. Igual no habíamos hablado nada desde que no quiso hacer nada a el respecto de lo que su yerno me había hecho por años y que yo me había callado hasta que llegó Ovidio. Pero ahora estaba más que feliz viendo cómo el, estaba cambiando mucho por que quería ser el hombre que yo me merecía —como él decía— y que yo me merecía que me bajaran la luna y las estrellas. Estamos de lo mejor, el viene casi todos los días a verne y siempre está conmigo, por su parte, mis tíos siguen molestos por que sigo ignorando a Lucio, peor lo ven que estoy evitando que Ovidio le meta un balazo por andarse queriendo pasar conmigo. —pense— pero ahora mi vida está de lo mejor. Y amo como Ovidio se porta conmigo.

Cicatrices | Ovidio Guzmán | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora