Capítulo Veinte.

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Al día siguiente por suerte fui la primera en despertar. Sinceramente no recuerdo mucho, solo fragmentos pero si recuerdo mi mala idea de casarnos, no se en que estaba pensando.

Me di una ducha fría, me aseé completamente y luego de vestirme vi a Pierre corriendo a vomitar. El se lavo los dientes y me miró.

—Bebimos demasiado anoche. —se quejó. Luego de eso entro a la ducha.

Baje por mientras a preparar el desayuno.

Luego de unos veinte minutos el bajo con un papel en la mano.

—¿Que es esto? —preguntó y me acerqué.

Certificado de bodas.
Florence Massentis y Pierre Himweist

Estaban nuestra firmas y nombres. Oh oh.

—Ah, creo recordar un poco... nos casamos. —dije con un risita nerviosa.

—¿Que? Pero ese ni siquiera es mi apellido. Esto no puede ser legal.

—De hecho si lo es pero no pertenecemos a este mundo así que dudo que haya sea legítimo.

—Tienes razón. No entiendo como es que aquí te dejan casarte siendo menor de edad.

—Es Estados Unidos, el país de la libertad. Mentira falsifique nuestras edades. Ambos tenemos veintiuno.

El se carcajeó y dejó un beso en mis labios.

—Hubieras hecho eso donde si sea legítimo, tonta. Y no tenías que emborracharme de tal manera, yo con gusto me casaría contigo. —dijo el y reí.

—Esto será una promesa de que estaremos juntos para siempre ¿que dices? —dije con una sonrisa.

—Y yo que pensaba que estarías enojada por lo de tu gemela.

—No lo estoy, se que fue un malentendido.

—Así es. Pero si, yo prometo siempre estar contigo.

Sonreí abrazándolo.

—Te amo, mucho más de lo que crees. —dijo el y sonreí apoyando mi rostro en su pecho.

—Yo también te amo. —dije intentando no ruborizarme ni avergonzarme de ser afectiva.

No se si es por mi signo pero no me gusta demostrar cariño y afecto. Me da vergüenza hacerlo. No nací para ser demostrativa de afecto.

Luego de los días aquí hicimos muchas cosas y recorrimos bastante. Hasta parecíamos del R1.

Cuando llegó la hora de volver con Alya lloramos un mar pero yo estaba feliz de que tuviera una vida sencilla y normal, no merecía menos. Ella era feliz aquí.

Al llegar a Ferovianne de regreso todos nos esperaban al parecer se supo de nuestra ausencia.

Pierre volví a su casa y yo antes de ir a la mía fui con mamá a entregarle las cartas.

Le expliqué todo detalladamente, ella se sintió devastada, como si fuera imposible lo que acabo de decir. Entendió todo y por lo que note ni siquiera sintió odio o amor hacia la Florence malvada. Solo quedo en shock. Ella me sanó de sus heridas mentales y mágicas. Me sentí mucho mejor luego de que me curo.

PRINCESA POR SORPRESA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora