Capítulo 24. Nada en común.

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Capítulo XXIV. Nada en común.

Al dejar a Ian en casa de Derek, en Miguelturra, Mia y Anabel se dirigieron de nuevo a la suya, donde estarían las dos solas, salvo por Mandy y Jamila, las cuales no tardarían en irse a sus respectivos hogares.

Al llegar, Mia fue directamente al teléfono inalámbrico de su casa, ya que debía aún llamar a Naiara para decirle que tanto Dylan, Anabel e Ian, habían aceptado la propuesta de ir al cine. Asimismo, acordaron la hora y el lugar: cinco y cuarto en la puerta de la casa de Mia.

Mia y Anabel no sólo cenaron juntas, ayudando Anabel a Mia, sino que, al terminar de cenar, vieron una película recostadas una encima de la otra en el sofá. Anteriormente, cuando terminaban de cenar, siempre lo habían hecho, hasta que Mia comenzó a volverse algo solitaria y, poco después, dejó de comer, por lo que, en ocasiones, ni siquiera bajaba a decir que ese día no cenaría.

Ambas echaban de menos estar así de nuevo.

El resto del día transcurrió rápidamente para ambas, entre risas y anécdotas por parte de Anabel, y, alguna de ellas, el hermano de Naiara estaba presente, aunque fuera por poco tiempo.

Mia no quiso decirle nada referido a él, ya que, su hermana, bastante tendría de él al día siguiente.

Al día siguiente, por la mañana, Mia y Anabel desayunaron juntas, junto a la compañía de Mandy y Jamila, y se fueron a caminar.

Durante todo el camino, estuvieron hablando de cualquier cosa, en ningún momento se quedaron sin tema de conversación. Hacía tiempo que no estaban así.

Mia y Anabel, desde que esta primera nació, habían pasado mucho tiempo, casi eran inseparables. Pasaban los días juntas, desayunaban, comían y cenaban juntas, iban a correr juntas… Prácticamente todo lo hacían juntas, claro que eso no significa que cada una no tuviera sus amigos y días en los que salían con ellos. No obstante, esto se quedó atrás cuando Mia, por alguna razón, dejó de salir. En un principio, le daba algún motivo a Anabel por el cual no quería, o no podía, salir. Pero, más tarde, simplemente dejó de dárselos y dejó de salir salvo para ir al Instituto o en ocasiones muy especiales, como fue el cumpleaños de Naiara.

Anabel no sabía el porqué de ese cambio tan drástico y repentino, no obstante, intentaba comprender a su hermana y apoyarla en todo lo posible, como había hecho siempre.

Una vez en el parque, decidieron sentarse en el césped y descansar durante unos minutos.

- ¿Qué película queréis ver? – le preguntó Anabel mientras se sentaba en el suelo con las rodillas flexionadas y los brazos alrededor de sus piernas.

- No lo sé, creo que la escogeremos estando allí. – le contestó Mia imitándola.

- Oh, pensaba que ya teníais la película escogida, y que por eso queríais al cine.

- Eh, no – dijo Mia riendo nerviosa – nos apetecía ir al cine sin más.

- Podemos pasar por el cine y mirar la cartelera de camino a casa. ¿Te parece? – le preguntó con una sonrisa.

- Claro. – le contestó sonriendo de igual modo.

Así pues, descansaron en el parque durante varios minutos, comentando lo que sería en un futuro cuando ellas mismas, como buenas tías, llevaran al parque, mientras veían a niños y niñas pequeños jugar, reír, gritar e incluso llorar, ya que algunos no paraban quietos y terminaban cayendo al suelo, haciéndose así daño en la pierna o en el brazo.

Cuando se encaminaron a volver a casa, como Anabel le había propuesto, pasaron antes por el cine, donde miraron la cartelera y vieron qué películas había, por la tarde, todos juntos, decidirían cuál ver.

Amores distintos [pausada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora