Capítulo XX. Así es la realidad.
Tras decirle Ian aquellas palabras y besarla, Mia se quedó más atónita de lo que estaba. ¿De verdad él, su mejor amigo y prácticamente el hermano que nunca ha tenido, la estaba besando? Mientras esta pregunta se realizaba en su cabeza, otras aún mayores se planteaban en su cabeza: ¿qué iba a pasar ahora?, ¿cómo sería su relación tras esto?, pero sobre todo, ¿por qué aún no lo había apartado?
Antes de poder realizar un solo movimiento más, escucharon cómo la puerta se abría, por lo que se separaron rápidamente y dirigieron su mirada hacia la televisión.
- Hola de nuevo, chicos. – saludó amablemente Anabel, cargada hasta arriba de bolsas.
- Espera – dijo Ian levantándose y acercándose a ella – deja que te ayude. – dije quitándole todas las bolsas que llevaba en su mano izquierda.
- Uf, muchas gracias, Ian. – agradeció Anabel antes de mirar a su hermana –. ¿Qué te ocurre?
- ¿A mí? – dijo Mia señalándose y levantándose –. Nada. Voy a ayudarlas.
Mia, sin mirar a su hermana a la cara, ya que notaría que sí que le pasaba algo, se dirigió a la puerta y salió por ésta. Sus hermanas no habían metido el coche en el garaje, sino que lo habían dejado fuera, frente a la casa, bien aparcado.
<<Eso es que se vuelven a ir. – pensó Mia mientras bajaba las escaleras.>>
- Mia – llamó Amanda desde su coche – ¿te importa pasar a Yamileth antes de ayudarnos con las bolsas? Le agobia estar aquí cuando no está el coche en movimiento. – le dijo mientras cogía a la nombrada del asiento para bebés.
- No, claro. – contestó Mia sonriéndole.
- Mejor la cojo yo, cariño. – dijo su madre detrás de Mia –. Tú ayuda con las bolsas y demás, debemos irnos otra vez. – dijo dirigiéndose a Mia.
- Claro. – dijo Mia sin mirarla y dirigiéndose al maletero a coger todas las bolsas que quedaban.
- No vas a poder con ellas. – le dijo Marien al verla.
- No te preocupes por mí. – dijo Mia fríamente mientras cerraba el maletero.
Al pasar al lado de su madre, notó cómo su madre la miró, pero ella no lo hizo y siguió caminando hacia la puerta, por donde Anabel e Ian bajaba.
- Déjala – le dijo Anabel a Ian poniéndole el brazo izquierdo delante para que no acudiera en su ayuda – si vas a ayudarla, se enfadará más y te contestará bordemente.
Ian, a regañadientes, aceptó y no fue a ayudarla, aunque la idea no le convencía mucho.
Anabel sabía que su hermana, en aquel instante, estaba enfadada por algo o por alguien, podía notárselo en la mirada, y sólo tenía esa mirada cuando se enfadaba con su madre o por algún comentario suyo. Asimismo, sabía que si alguien intentaba ayudarla estando así, Mia le contestaría mal a esa persona o le diría algo de lo que luego se arrepentiría, por ello detuvo a Ian.
Mia siempre se cargaba las manos de bolsas cuando debía ayudar a alguien, al igual que siempre cogía lo más pesado. Esto lo hacía para que así, la otra persona, o personas, no se cargara mucho. Además, sabía que podría con ello, aunque, si no podía, las cogía igualmente.
Al llegar a la puerta, donde Ian y Anabel permanecían, ambos se apartaron para que Mia pudiera pasar.
Ian miró a Anabel desconcertado, nunca había visto a Mia así, aquello era nuevo para él. Pero, por desgracia, para Anabel no lo era.
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Amores distintos [pausada].
Teen FictionAmelia, o Mia, y Dylan se conocieron en la fiesta de cumpleaños de una amiga, en la que estuvieron hablando entretenidamente y, a pesar de conocerla poco, él la estuvo ayudando y apoyando cuando sufrió un fuerte mareo. Desde ese día, se vieron sólo...