Capítulo 13. Algo amargo y algo dulce (I).

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Capítulo XIII. Algo amargo y algo dulce (I).

Día 31 de marzo, sábado, fin de semana. Esto quería decir que hoy Mia no iba a madrugar, ya que Mia se levantaba sobre las doce del mediodía.

Sin embargo, hoy, tan sólo eran las siete y media de la mañana y Mia ya estaba despierta. Aún permanecía en su cama, dando vueltas debajo de las sábanas de algodón 100%, de color rosa palo.

Mia estaba colocada justo en el centro de su amplia cama, mirando a un punto perdido en el techo, su respiración era lenta, demasiado lenta. Por su postura y su respiración nada notoria, cualquiera que la viera pensaría que estaba muerta, y, dado que casi no parpadeaba y era de piel pálida y fría, hacía muy posible esa posibilidad.

En cambio, no era así, Mia estaba más viva que nunca, su corazón latía lentamente, algo que le resultaba relajante.

Desde que su hermana la había dejado en la cama tumbada, Mia había estado dormida, soñando algo extraño. Esto se debía a una particularidad que Mia tenía.

Cuando Mia sufría un mareo, dado que no escuchaba del todo, ese mismo día cuando dormía, soñaba la mayoría de las cosas que habían pasado a su alrededor, algo extraño y sorprendente. En ese momento, era cuando ya sabía con claridad de lo que habían hablado a su alrededor, al menos, la mayoría sí era así, ya que soñaba partes que realmente no habían ocurrido, o algunas partes, lo que a diálogos respecta, estaban cambiados, algo muy normal, ya que ella sólo soñaba lo que había escuchado parcialmente, en el sueño, ya le aparecía enteramente, aunque, su parte mala, era que algunas cosas no eran ciertas, pero era tan real, que ella pensaba que sí, y no era hasta que preguntaba, y le contaban lo que realmente pasó, que lo creía algo real.

Mia, sobre todo, pensaba en una de las partes de ese sueño-recordatorio: Mia se encontraba ya dentro de la casa. El lugar, no sabía exactamente dónde estaba, pero, por una luz que se reflejaba en su casa, que supuso provenía de la televisión, supuso que aquel lugar era el salón.

Junto a ella se encontraban más personas, pero sus rostros, en el sueño, estaban borrosos, pero pudo distinguir a dos personas, un hombre y una mujer.

Al parecer, el hombre, le decía a la mujer que se fuera, que saliera mientras él se quedaba con ella. La mujer, al parecer, se negaba, mas éste insistía y le decía: “Yo me quedaré con ella, Naiara. Además, la conozco poco, pero sé que no querría que estuvieras así y menos el día de tu cumpleaños. Seguramente ya se sienta bastante culpable.” Aquí, el sueño pasaba a otro tipo de escena, más rara aún.

Claro, Naiara estuvo en un principio con ella, por lo que, seguramente, el chico sería Dylan.

Era por ello que Mia ya no podía dormir, llevaba más de media hora dándole vueltas, intentando recordar todo sobre ayer, pero algunas cosas les eran imposible, otras, por desgracia, las recordaba perfectamente.

Mia no quería salir de la cama, se encontraba muy a gusto y calentita entre las sábanas, era como estar entre plumas. A Mia le encantaba esa sensación cuando se metía en la cama, esa sensación de estar como en una nube.

Como no podía dormir, y, obviamente y tras lo ocurrido ayer dos veces, no podía salir a correr, decidió escuchar música en la comodidad de su cama.

Se levantó rápidamente, y, aún más rápido, cogió su ipod y los cascos y volvió a meterse en la cama.

Mientras se acurrucaba con las sábanas, había comenzado una canción de música clásica de piano y violín, sus composiciones e instrumentos más queridos, pese a que no tocaba ninguno de los dos, pero le hubiese gustado aprender.

Cuando escuchaba música, por mucho sueño que tuviera, no se dormía, sino que la espabilaba, si tenía los ojos cerrados claro, como era el caso en aquel momento. Era algo así como dormir pero sin llegar a estar dormida, le hacía que recuperara energía, aunque no tanta como si se durmiera.

Amores distintos [pausada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora