Capítulo XIX. Me es imposible mantenerme al margen.
Mientras veían “Phineas y Ferb”, no dejaban de picarse y gastarse bromas mientras comentaban los capítulos, se los sabían de memoria y sabían lo que iba a pasar.
En algún momento de la tarde, entre risas y bromas, Ian terminó abrazando a Mia por la cintura, juntándola más a él.
Mia, al tener el brazo de Ian en su cintura, se recostó sobre su hombro, para estar más cómoda, siempre lo había hecho cuando veían una película. Lo que Mia no sabía es que esta vez, con su acto, había conseguido poner a Ian más nervioso de lo que ya estaba por el simple hecho de estar sentado a su lado. Notaba cómo su corazón latía más rápido por segundos. Y Mia también lo notó.
- ¿Te pasa algo? Casi siento tus latidos como si estuvieran en mi oído. – dijo Mia sonriéndole.
- No, no me pasa nada, estoy bien. – dijo con una sonrisa nerviosa.
- Bueno. – dijo Mia levantando los hombros antes de levantarse ella misma.
- ¿Dónde vas?, Mia. – preguntó Ian rápidamente –. No estoy así porque estés a mi lado ni nada parecido es sólo que…
- Eh, tranquilo – le interrumpió Mia – eso ya lo sé. Sólo voy a por una manta, tengo un poco de frío.
- Yo puedo arroparte. – dijo Ian sonriendo con picardía y abriendo los brazos ampliamente.
- Gracias, pero no. – dijo Mia sonriendo y guiñándole un ojo.
Salió del salón y se dirigió hacia las escaleras, para subir así a su habitación y poder coger una manta. Muchas otras veces había estado acurrucada junto a Ian bajo una manta, así que pensó que con una manta bastaría, se acurrucarían juntos, si es que él quería.
Al llegar a su habitación, iba a dirigirse hacia el armario, cuando su móvil comenzó a sonar.
Se dirigió hacia su escritorio para coger el móvil y al ir a contestar, la llamada se cortó y no pudo ver de quien se trataba. Desbloqueó el móvil y vio que no sólo la habían llamado esa vez, sino cinco más, y todas de la misma persona: Naiara.
Naiara sólo la llamaba tanto cuando tenía un problema grave o quería que fuera a su casa porque estaba triste o deprimida por algo y, no sólo necesitaba hablar con ella, necesitaba tenerla a su lado y saber que contaba con ella. Por lo que Mia la llamó rápidamente, Ian entendería la espera.
- Naya, ¿qué ocurre? – preguntó Mia rápidamente cuando Naiara descolgó.
- No puedo ir esta tarde, Mia, lo siento mucho. – dijo Naiara apenada, no podía verla, pero por su tono de voz se notaba que lo estaba.
- Pero, ¿ha pasado algo?, ¿estás bien?, ¿estás enferma?, ¿te pasa algo? – preguntó de carrerilla.
- Más despacio, vaquera. – dijo con tono jocoso –. Mi hermano viene hoy de Marsella, y sólo se quedará hoy y mañana, pasado mañana se irá de nuevo, por ello no puedo ir, hace mucho tiempo que no lo veo. – dijo con nostalgia.
Mia se acordó en aquel momento de que era cierto, su hermano llevaba más de un año en Marsella, Francia, y le prometió que ese año iría a Ciudad Real de nuevo para estar en el cumpleaños de su hermana. Lógicamente, esa promesa no la pudo cumplir, pero que importaba uno o dos días de retraso, cuando llevaba casi un año sin verlo.
Mia conocía a su hermano, incluso antes de conocer a Naiara, ya que, éste, había sido el mejor amigo de su hermana Anabel y lo había visto mucho por su casa. Tenían la misma edad y habían ido juntos a clase desde pequeños, incluso a las actividades extraescolares, se querían muchísimo. Pero él tuvo que viajar a Marsella por cuestión de dinero y su relación no fue la misma. Al principio él la llamaba todos los días de diario, y a veces ella, hablaban por las redes sociales todos los fines de semana, y siempre tenían un correo del otro, sin embargo, él comenzó a tener más trabajo por lo que no podía contestarle los e-mails y mucho menos llamarla, y ella, a su vez, tenía mucho que estudiar así que tampoco podía contestarle y mucho menos llamarle. Poco a poco se fueron distanciando, y lo peor de todo era que ambos parecían haberse puesto de acuerdo.
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Amores distintos [pausada].
Ficção AdolescenteAmelia, o Mia, y Dylan se conocieron en la fiesta de cumpleaños de una amiga, en la que estuvieron hablando entretenidamente y, a pesar de conocerla poco, él la estuvo ayudando y apoyando cuando sufrió un fuerte mareo. Desde ese día, se vieron sólo...