Capítulo 7.

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Uno de los días más aburridos definitivamente son los domingos. Tienen ese no sé qué, que nos hacen flojos y sentirnos muy aburridos. A menos que tengas una gran familia unida que tenga la costumbre de reunirse a solo convivir. O bien, un excelente relación con tus padres como para salir todo el día con ellos.

Y si no, bienvenido al club.

Esta vez decidí salir al centro comercial, aunque no fuera a comprar algo en específico, solo quería salir. No quería ver las caras de mis padres. O por lo menos, no ahora.

Me había estado dando mucho por caminar y esa vez no fue la excepción.
El aire estaba algo fresco, era aún demasiado pronto, a pesar que eran fechas de calor, la gran contaminación ha ocasionado que el clima esté como loco.

La ausencia de Beli se sentía cada vez más, como si fuera un año de su ausencia. De igual forma tendría que acostumbrarme, las posibilidades de que haga su vida lejos de la mía son el noventa y nueve por ciento.

Al ir caminando unos niños se me quedaron viendo raro y no los culpaba, si me viera a mí misma también me daría miedo, iba vestida como una vagabunda.
Pero soy una adolescente con mil problemas mentales, dándole importancia a cada uno, así que cuando estén grandes espero que no lo entiendan y tengan una vida mejor.

Al llegar al centro comercial, su temperatura de aire acondicionado hizo que temblará poquito, pero poco a poco me iba acostumbrando. Tome uno de los carritos que estaban en la entrada e ingrese a el área donde solo las señoras van a comprar su despensa.

Iba pasillo por pasillo, viendo cada condimento de comida o ingredientes de comida raras. Cocinar es algo tan difícil como cualquier cosa, pero cocinar es a la única que no me quiero meter, aparte de que no se me da muy bien, no me llama la atención en absoluto.
Me gusta ver programas de chefs pero no cocinar.

Más y más largos pasillos. Pero por lo menos no era mi aburrida casa. Podría ir y hablar con el jefe del supermercado y pedirle que me deje ordenar cada cosa de las estanterías y dejarlas de forma perfecta, aunque no me pague pero quiero mantenerme ocupada en algo y eso estaría perfecto.

Era una parte muy rara de mí, no me gustaba salir de casa porque siempre había demasiada gente y es algo estresante. Pero esta vez era totalmente diferente, el único lugar donde no quería estar, era mi casa.

Comencé a llenar mi carrito con cereal, helado, chocolates, jugos y más comida no saludable.

En el fondo de ese pasillo, estaba una señora con su hija pequeña sentadas en la zona de helados, comiendo uno y riéndose.
Mi mente no pudo evitar todo aquellos recuerdos cuando yo estaba de la misma forma con mi madre.

— Lev, cariño a mí no me gusta estar sentada aquí comiendo, todo el mundo nos mira — me dijo mi mamá siendo jalada de su dedo meñique por mí, insistiendo en comer un helado.

— Por favor mamá, solo hoy — insistí

Rodo los ojos, volteo a verme e intente hacer mi cara de niña tierna.
Una pequeña sonrisa salió de sus labios lo que quiso decir que sí.
Chille de alegría. 

— Buenos días ¿qué gustan comer? — Nos preguntó la encargada que estaba al otro lado del mostrador.

— Un helado de vainilla y otro de chocolate por favor.

— Muy bien ¿lo prefieren en vaso, barquillo o en una pequeña cazuelita?

— ¡En cazuelita mamá!

— Muy bien pequeña — me dijo revolviendo mi cabello — en cazuelita señorita por favor.

— Muy bien ahorita se los llevo a su mesa.

Brillando bajo el agua. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora