Capítulo 1.

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LEVANA DESMANN.
Domingo 01 febrero 2019.
3:00 a.m.

Todas las luces al rededor estaban tan altas que comenzaban a encandilar. Estaba rodeada de tanta gente desconocida y no era muy agradable.
— ¡Tenemos que irnos ya!— le grite en el oído a Belinda para que alcanzara a escucharme, tratando que mis palabras se entendieran. La música sonaba tan alto que comenzaba a marearme cada vez más.

Nos encontrábamos en un antro, no muy lejos de nuestras casas. Siempre solíamos ir ahí los fines de semana. Aunque terminábamos fatal, no dejábamos de ir.

Belinda movió su cabeza hacia arriba y abajo riéndose y la jale del brazo para poder atravesar a toda la gente que nos rodeaba y no perderla. Solía ir a esos antros solo con Belinda, en primera: porque era mi única amiga y en segunda porque los domingos todas las mujeres toman gratis. No, no es pobreza a eso se le llama "aprovechar ofertas".

Iba vestida no muy acuerdo a mi personalidad, llevaba puesto unos jeans de mezclilla color azul, una blusa de tirantes gruesos color blanco y unos tacones llenos de brillos. Ew.
Belinda había sido la que me escogió el atuendo, sinceramente yo pensaba irme con un pans y una camisa común y corriente, al fin y al cabo no era un lugar elegante para ir bien vestida.
En cambio Belinda era todo lo contrario a mí, llevaba puesta una falta color negro que hacía juego con su sombra de ojos, una blusa color crema que dejaba a la vista su ombligo y unos tacones iguales a los míos.

Era mi mejor amiga desde la primaria, no nos habíamos separado en ningún momento aunque ella era más extrovertida y alegre, en cambio yo, más callada y con muy profundo amor a la literatura y a la guitarra.
Polos opuestos se atraen.

— ¡Estoyyyy demasiadoo ebria y drogada Levanaaa! —Tambaleándose grito Belinda mientras se recargaba en mi hombro derecho. Sin soltarme la mano y sin parar de reír.

—Eso te pasa por mezclar vodka, cerveza y marihuana— Dije mientras la veía. Tenía su mirada pérdida viendo hacia enfrente y la curvatura de sus labios no se bajaban, como si estuviera riendo con alguien. —debes aprender a tomar Beli, algún día tendrás que venir sin mí y nadie te va a cuidar así como yo.

Seguimos caminando pero estaba claro que ella no entendía ni recordaría nada de lo que le dijera. Así que solo guarde silencio mientras ella seguía riéndose y contando como había revuelto todas esas bebidas.

Estaban varios hombres afuera, de todas las edades-como de costumbre-por lo cual yo siempre dejaba mi auto estacionado lo más cerca posible.

Una vez que llegamos, ayudé a Beli a subir. Estaba tan ebria que ya no podía ni con su alma.

—Muchas gracias preciosa—parloteo, arrastrando sus palabras que apenas y se le entendía. Le coloqué el cinturón de seguridad, cerré la puerta y entré por el otro lado.

—¿Te quedarás a dormir en mi casa?— pregunte, volteando a verla
Se encontraba recargada en la ventana con los ojos cerrados. Se había quedado dormida.

—Creo que si— me dije.

Me sentía aún mareada pero estaba más consciente que Belinda. Podía sentir aún todos esos efectos de las drogas y el alcohol pero podía controlarlas. Era una de las cosas que más me gustaban de mí.

—Hey, Beli— musite, moviéndola del hombro para que despertara- ya llegamos despierta.

Abrió sus ojos pero volvía a cerrarlos. Maldición.

Brillando bajo el agua. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora