Capítulo 6.

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Por primera vez, me desperté de buen humor, me sentía bien, como si la vida al fin me sonriera.

Tan feliz estaba que yo misma me auto sabotee la felicidad, tan solo recordar que en mis mejores momentos siempre algo malo sucede. Siempre pasaba lo mismo.

El día inicio con una buena discusión de mis padres, en uno de sus comentarios me mencionaron, al parecer no quieren seguir gastando su sucio dinero en las clases de guitarra (que son más baratas que las de cualquier otro instituto).
Si no lo quieren seguir gastando en mí ¿Que quieren hacer con todo el dinero que ya tienen? ¿Piensan pudrirse en él?

Mi padre es un viejo doctor jubilado de uno de los más importantes hospitales, y al igual que miles de personas, siguen pasándole factura por el gran doctor que fue. Se retiró no solo por su edad, sino también por los grandes problemas que enfrentó en ese entonces.

Mientras que Alicia, cobraba su mensualidad a su ex marido que denunció por "violencia", aunque al final todos nos enteramos que solo fue una manipulación por parte de ella, comprando al juez que llevo a cabo todo el proceso.

Al igual que las demás discusiones; la evadí. Salí de mi casa, sin que ellos se molestaran en preguntar a donde iría.

Sip, definitivamente cuando estés feliz, preocúpate porque algo malo va a pasar.

Beli pasó por mí para ir a desayunar juntas, esa era una pequeña parte que me tranquilizaba y me reconfortaba un poco.

Llegamos a un restaurante un poco elegante, tenía una enorme terraza donde estaban las pequeñas mesas circulares y unas grandes sombrillas grises.
No había mucha gente así que no nos tocó que esperar por una mesa.

Un joven camarero tomó nuestra orden y se marchó.

— ¿Recuerdas que te hablé de Santiago, el amigo de mi hermano? — me pregunto Belinda.

— Si ¿Que pasa con él?

-— Pues... comenzamos a salir, me parece buen chico.

— Muy bien — Conteste. No sabía si alegrarme por ella o enojarme, pero al final de cuentas era su felicidad y si ella está feliz, yo también.

— Pero... tengo que decirte algo — comenzaba a sonar nerviosa y eso hacía que mi miedo apareciera.

— ¿Que paso Belinda? ¿Te hizo algo? ¿Te descubrió tu hermano?

— Espera — levanto sus manos mostrándome sus palmas — mi hermano ya lo sabe, se molestó un poco pero accedió a dejarme salir con él y no, no me hizo nada solo que...

— Aquí está las limonadas que ordenaron y sus platillos, ¿gustan ordenar algo más? — interrumpe nuestra platica el mesero que llegó con nuestro desayuno.

— Por ahora esto es suficiente, muchas gracias — le respondí y este se marchó.

— Muy bien ¿qué ibas a decir? — le pregunte a Beli tratando de volver al tema.

— Primero comamos algo porque mi estómago ya lo reclama, por favor.

Resople. Comenzamos a comer, saciando el dolor de estómago que provocaba el hambre.

Todo se veía muy apetitoso y estando en aquel lugar todo era mejor.
Seguimos comiendo en silencio pero Belinda no sabía disimular su nerviosismo, algo andaba mal y no sabía cómo decirlo.

Pedimos un helado de vainilla como postre y seguimos comiendo, relajándonos un poco más con la música de fondo.

Rompí el silencio que había en nuestra mesa, tal vez así Beli se podía calmar un poco.

Brillando bajo el agua. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora