Estuve alrededor de cinco minutos dentro de los vestidores, intentando calmarme y calmar los latidos acelerados de mi corazón.
No podía evitar sentir una presión en este, algo que me impedía respirar con normalidad y que solo hacía que más lágrimas cayeran por mis mejillas.
Repasé varias veces que era lo que había ocurrido entre los tres para que esto sucediera. Quizás Hans tenía razón, y solo querían experimentar conmigo un rato. O quizás solo temieron hacerme daño y decidieron alejarse.
Pero nada de eso tenía sentido, sobretodo porque cualquier cosa que estuviesen pensando solo hizo que acabara sintiéndome como una idiota.
Me enderecé de las regadoras y caminé hasta los espejos del vestuario, apoyando mis manos sobre el lava manos y quedándome varios segundos viendo mi reflejo en el espejo.
Tenía los ojos rojos y las mejillas con rastros secos de lágrimas. Mis labios estaban hinchados y podía sentir como mis manos estaban temblando de lo heladas que se hallaban.
Tenía un aspecto demacrado, y si quería que nadie notara que lo que había sucedido me había afectado, debía comenzar a arreglarme.
Saqué el maquillaje de mi bolso, comenzando por el corrector y luego algo de rubor para ocultar mis mejillas hinchadas. Luego continúe con gotas en mis ojos para quitar lo rojo, y me apliqué un poco de sombras, resaltando el azul de estos. Delinee mis labios y los pinté con un labial de color rojo manzana, finalizando con encrespar mis pestañas y poner la mejor sonrisa que pude.
Acomodé mi cabello, deshaciendo la trenza que tenía en él y dejándolo suelto y con unos pequeños rizos producidos por la trenza francesa que tenía antes.
Miré mi ropa, fijando mi vista en la camiseta que tenía junto con mi falda, sintiéndome estúpida por dejar que Hans abusara así de mí. Sintiéndome impotente porque pensara que tenía el derecho de subir mi falda mientras que yo me hallaba tirada en el suelo, conteniendo mis lágrimas.
Con la ira corriendo por todo mi cuerpo caminé hasta mi casillero y lo abrí, quitándome mi camiseta y acomodando mi falda unas pulgadas más arriba que antes. Miré entre las cosas que había dejado aquí la semana pasada, y una vez encontré lo que estaba buscando, me cambié.
Guardé todo en mi casillero, cerrando este detrás de mí. Me eché una última mirada al espejo, y como si estuviese coordinada con la campana de clases, salí de los vestidores mientras esta sonaba, avisando a todos los estudiantes que debían ir a sus clases.
No tuve prisa, esperé a que el pasillo se despejara un poco, y mientras subía las escaleras hasta el salón en donde tocaban mis clases, iba respondiendo a los mensajes de Elena preguntándome por qué me había visto correr tan apresurada. Le resumí la historia, quitando el detalle de que gran parte de la culpa fue por lo que mis ojos vieron con Jack y Tadashi.
Cuando llegué al frente de la puerta del salón, si dos golpea antes de entrar con mi mejor sonrisa de perra maldita.
El profesor de Anatomía volteó a verme y no pudo evitar ocultar como sus ojos bajaron de arriba a abajo en mi cuerpo, junto al de varios estudiantes más.
-. ¿Conoce el reglamento de vestimenta, Elizabeth?.- Preguntó mientras desviaba la vista hacia la pizarra nuevamente. Asentí repetidas veces.
-. Lo hago, y da la casualidad que cumplo con todo lo establecido en él.- Sonreí ampliamente, felicitándome a mi misma por tapar mis piernas con unas calcetas largas.
El profesor decidió no entrar a discutir conmigo, por lo que solo hizo una seña para que fuese a sentarme rápido. Obedecí a lo que pidió, pasando por el pasillo que hay en medio de las dos fijas de mesas.
ESTÁS LEYENDO
My Boys. [+18]
FanfictionToda mi vida ellos estuvieron a mi lado. Regalándome momentos llenos de risas, sonrisas, llantos y gritos. Y ahora, por primera vez desde el inicio de todo, me cuestiono lo que atormenta a mi cabeza desde aquella noche de fiesta, en la que ambos est...