Capítulo 9: Misión

6.2K 671 431
                                    

—Y-Yo... No tenía idea... Lo siento... —Inko Midoriya se sentó a lado de Masaru Bakugo, ambos sostenían una taza de té.

—Al principio creí que ella nos había dejado... —el castaño ríe un poco por lo bajo —... Estúpido, ¿No?

—S-Supongo... Mitsuki siempre hablaba bien de ti, eras el esposo perfecto en sus propios términos —temblaba un poco con la taza en sus manos.

Masaru miraba a la peliverde, él sabía que tanto ella como su esposa habían peleado y terminado su amistad, pero no era el momento de hacérselo saber, él debía ponerse del lado de Inko para apoyarla, no dejarse llevar por el rencor.

—¿Quieres verla? —el hombre miró al suelo, quería llorar, pero no ahora, no frente a Inko.

—S-Si no es mucha molestia... —suspiro asustada.

Ambos adultos se levantaron del lugar y caminaron hasta un cuarto cerca de la sala, el castaño abrió la puerta.

Dentro del cuarto estaba un pequeño altar de tres niveles, en el nivel de más arriba estaba una foto de una sonriente Mitsuki, el marco era negro junto con un pequeño listón del mismo color por la parte de arriba.

En el tercer nivel había pequeñas frutas, agua y algunas flores conmemorativas, junto con las flores favoritas de la peli ceniza.

Pero lo que más destrozo a Inko, fue el segundo nivel, en medio de dos velas se encontraba una urna de color negro, la peliverde supuso que ahí estaban las cenizas de su antigua amiga.

—Los policías me lo habían dicho desde el inicio, pero yo no quería aceptarlo... —Masaru comenzó a hablar, su voz se notaba quebrada —... Pero las cámaras de seguridad no me dejaban ninguna duda...

—¿Sus cenizas se encuentran ahí? —Inko pregunto de la forma más suave que podía.

El castaño negó —No, es algo más simbólico, la urna está vacía, ni siquiera quedaron restos de ella... —su compostura se destruyó, ya no podía mantener su fachada y comenzó a llorar —... N-No pudo tener un entierro digno o que sus cenizas estuvieran ahí...

Inko abrazo al castaño, la fuerte de la relación era Mitsuki y sin ella ahora, Masaru era fácilmente inestable de forma emocional, el hombre correspondió el abrazo y lloro a mares en el hombro de la Midoriya.

Pero Inko no estaba mejor que el castaño, su última conversación con su amiga fue una pelea, algo en que si bien ambas tenían la culpa, la peliverde le echo toda la responsabilidad a la ceniza.

La ira es un sentimiento que nos hace decir las peores cosas en los peores momentos, pero cuando recuperamos la consciencia, queremos solucionarlo sin importar que...

Lástima que sea muy tarde cuando esos pensamientos pasan por nuestra cabeza.

Pasó un tiempo y Masaru se logró calmar, ambos adultos dejaron la habitación, no sin antes hacer una pequeña reverencia por respeto a la ceniza.

El dúo se sentó en la sala de nuevo y comenzaron a hablar, Inko aún quería tocar un tema, pero no estaba segura de cómo hacerlo.

—Bakugo... —la peliverde desvió la mirada, no sabía cómo empezar.

—No sé cómo se encuentra... —ríe un poco decepcionado —... Mitsuki siempre era la que entendía a nuestro hijo...

Un silencio incómodo se generó entre ambos, el joven aún le causaba molestias a la matriarca Midoriya, pero no era el momento para eso.

—Desde que recibió la noticia se ha mantenido... Sereno, es difícil de creer, pero es así, creo que se está tomando su tiempo para pensar mejor las cosas... Esos dos eventos le cayeron como un balde de agua muy fría.

Sin mas opciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora