Capítulo 26: Reprimida y liberada

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—Según los datos... Esta debería ser la casa de Kodai... —comentó Monoma mirando la puerta de una casa muy bonita por fuera.

El rubio suspiro y toco con tranquilidad la puerta esperando a que la abrieran, mientras repasaba poco a poco las palabras que le diría a Kodai en su mente, para ser sincero se escuchaban bastantes ruidos dentro de la casa.

—¿Sí? —quien lo atendió era una pelinegra alta que supuso era la madre de Yui.

—¿Se encuentra Yui Kodai? Es que quiero hablar con ella un momento.

—¿P-Para qué? —la mujer se veía nerviosa, ¿Acaso esa mocosa había abierto la boca? No, eso no podía ser, ella sabía que le pasaría a su hermano si lo hacía.

—Oh, cierto que tonto, una disculpa por no presentarme, me llamo Neito Monoma, soy de la misma clase que su hija en U.A., no fui el día de ayer a clase porque me enferme, así que me gustaría ver si ella me podía decir las tareas, si no es mucha molestia.

—Ya veo... Dame unos minutos... —el rubio asintió y la mujer cerró la puerta con algo de fuerza.

—Huele a alcohol... —Monoma susurro con una sonrisa maliciosa, ya estaba deduciendo por donde iría la historia de Kodai.

Rápidamente la matriarca de la familia Kodai fue hasta la habitación de su hija mayor con sus puños cerrados de furia y sus dientes apretados, la madre sin ninguna consideración abrió con violencia la puerta del cuarto de su hija.

—¿Qué pasa? —Yui se encontraba tranquila haciendo su tarea con su típica expresión seria, aunque ahora tenía un ojo morado.

—¡¿Qué pasa?! ¡¿Por qué no dijiste que vendría uno de tus compañeros?! —comentó con furia la madre.

—¿Uno de mis compañeros? No tengo idea de que me hablas... —a pesar de que su cara se mantenía seria, su voz reflejaba cierta sorpresa.

—Quiero que te deshagas de él lo más rápido que puedas... Y cúbrete esa porquería —la madre apuntó al ojo morado de Yui —. Si no lo haces...

—Si no lo hago dañaras a mi hermano, comprendo... —dijo con una voz cansada y molesta.

Su madre sonrió con satisfacción y se retiró del lugar con calma.

Kodai solo suspiro con cansancio y se colocó un pequeño parche que tenía para cuando no contaba con tiempo de maquillarse a ella misma, salió de su cuarto y abrió la puerta de su casa solo para ver a Monoma cantar una canción infantil, aunque claramente alterada.

—La clase A fue a la guerra, que dolor, que dolor, que pena.

—¿Qué haces aquí, Monoma? —comentó con seriedad.

—¡Kodai! ¡Amiga mía! ¿Cómo estás? Bonito parche.

—Lo que sea, no contestaste mi pregunta, Monoma.

—Oh, bueno, quería invitarte un pequeño café, vi uno cerca de aquí, en una plaza.

Kodai solo miraba con seriedad al rubio, este último comenzó a sudar un poco con nervios, le era difícil descifrar las emociones de esta chica.

—¿Para qué? Dudo que quieras una cita o algo... —eso último lo susurro.

—No fui el día de ayer a clase y quería ver si me podrías pasar las tareas.

Kodai miraba aún seria a su compañero, aunque ella quería poner una cara de sorpresa, ¿Por qué de todas las personas del salón decidió preguntarle a ella? Prácticamente era el fantasma de toda la clase 1-B, irónico, considerando la existencia de alguien como Reiko Yanagi.

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