Capítulo XXIV

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Cuando Yoongi llegó de la casa de sus padres yo estaba sentada en el sofá de piernas y brazos cruzados esperándolo precisamente, quería preguntarle varias cosas, sobretodo que necesidad había de mentirme cuando perfectamente podría haberme evadido cuando le pregunté por las pastillas.

Cuando entró por la puerta ví por el reflejo del televisor como me observó y caminó hasta colocarse de pie frente a mí.

— ¿Ocurre algo? — frunció el ceño —

— ¿A qué fuiste a casa de tus padres? — pregunté —

Decidí darle la oportunidad de ser sincero e intenté con todas mis capacidades que mi mirada le demostrara que sabía perfectamente a que fue a casa de sus padres en realidad.

— A un mandado, ya te lo dije — rascó su nuca —

Está siendo parcialmente honesto.
Una verdad contada a medias para que sea interpretada de manera distinta a la realidad es una mentira.

— ¿Y dónde está? — me puse de pie — Porque te fuiste con las manos vacías y regresaste con las manos vacías — le doy un rápido vistazo a sus manos —

— ¿A qué viene esto? — bufa y da un paso atrás dispuesto a irse —

— ¿Me dijiste que ya no necesitabas tomar aquellas pastillas? — se detiene en seco y se voltea a verme, levanto la mano y sacudo en el aire el frasco vacío que había en su baño — Toma — se lo lanzo, él lo atrapa con ambas manos y se queda mirándolo absorto — Lo necesitarás para guardar las tabletas de diazepam que tienes en alguno de tus bolsillos —

— Entraste a mi habitación — me miró a los ojos por primera vez, parecía enfadado —

No tenía porqué estarlo.

— Nunca me prohibiste hacerlo — me encogí de hombros y me acerqué a él —  ¿Por qué las tomas? —

— Las necesito — habló entre dientes —

— ¿Estás enfermo? —

— No soy un adicto como debes estar pensando — gruñó con enojo, no me gustaba la manera en la que me miraba —

— Y-yo no estaba pensando eso —

No lo hacía, pero ahora que sacaba esa posibilidad me hacía dudar de él, se había comportado así un par de veces, pero era lo suficiente para notar que parecía ansioso y asustados cuando no las tomaba, y digo que no las tomaba porque hace unos minutos atrás estaba comportándose de esa manera y era porque se le habían terminado las pastillas.

— Sí lo estás pensando — las venas de su cuello se marcaban —

— Entonces dime ¿Por qué las tomas? —

— ¿Por qué debo decirte? — se pegó a mi cuerpo — No te debo ninguna explicación y mucho menos te importa o es asunto tuyo lo que yo hago o no con mi vida —

Tenía razón pero...
¿Por qué me importaba entonces?

— Solo quería saber si tienes algún problema o enfermedad — susurré con miedo de su reacción —

— ¿Para qué para que me tengas lástima? — rió con amargura y posó sus manos en mis hombros — Ocúpate de tu vida que la tuya sí que da lástima —

¿Qué?

Con una fuerza que se la retribuí a mi enojo coloqué mis manos en su pecho y lo empujé bruscamente para alejarlo de mí.

¿Cómo se atreve a decirme algo así?
En mi cara, con sorna y burla.

— ¿Qué pasa? — habló otra vez — La verdad duele ¿Eh? — rió — ¿Quién es el que esta en peor posición de los dos? — apreté mis puños —

Daddy's Little Girl {MYG}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora