Capítulo 25 Mi ancla

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—Puede que Fred sea mi padre.—Suelto así de pronto y sin más rodeos.

—¿Qué?—Él me mira entre asustado y confundido.

—Es una larga historia...—Suspiro—Mi madre nunca me ha dicho el nombre de mi padre y sé que ella y Fred se conocen de la universidad. Hoy los oí...—Me dan deseos de llorar y se me corta la voz.

—Ey, nena mírame... Estoy aquí ¿Sí? Para lo que te haga falta Madison, no estás sola.—Yo asiento con la cabeza y sonrío.

Sebas me da un beso delicado en los labios, cómo si yo fuera a romperme, cómo si fuera algo muy frágil. Y es que en estos momentos lo soy. Estoy tan perdida y tan molesta con mi madre...

—Hoy... Cuando llegué a la casa me encontré la puerta abierta. Mi madre y Fred estaban discutiendo en su cuarto. No pude entender muy bien pero oí que Fred le decía algo de que... <<No me podía seguir mintiendo y tenía que decirme la verdad, que no podía seguir ocultandomelo más>>

—¿Y qué crees que sea eso que te está ocultando?

—No lo sé... Pero definitivamente tu padre sabe lo que es.

—¿Y piensas que puede ser tu padre y saberlo...?

—Pues si... Es la única explicación lógica que le veo.

—Si, tiene sentido y... quiero que sepas que quiero ayudarte a encontrar la verdad.

—Gracias pero, esté tema también te incluye a tí y entenderé si te asusta o no quieres...—Me interrumpe.

—Madison... Te quiero ayudar en todo lo que pueda... Nena, no me gusta verte así, tu felicidad también es la mía y haría cualquier cosa por verte feliz.—Me sonrojo ante su declaración.

—Que cursi estás hoy Sebas—Lo beso—Pero me encanta.—Digo en sus labios y vuelvo a besarlo, está vez con más intensidad.

Seguimos besándonos durante unos minutos, nuestras bocas devorándose y nuestras lenguas bailando en una sincronizada danza. Este chico ya me ha conquistado completamente, y ni siquiera ha tenido que esforzarse mucho. Basta con que sólo me diga unas palabras sinceras, para que yo caiga a sus pies y me sienta completamente suya. Ese es el efecto que causa Sebastián en mí, me hace quererlo con todas mis fuerzas.

Sebastián me hace feliz

Y eso es algo completamente nuevo para mí, sentirme bien de verdad con alguien. Él me complementa.

Sebastián es mi alma gemela

Y en ese momento no entendía cuanto realmente lo era. Sólo quería disfrutar de esto y expresar mis verdaderas emociones, con él podía hacerlo.

—¿Si sabes que te quiero, verdad?—Le digo de repente, hace días que lo estaba sintiendo y este era el momento indicado para decirlo. Sebastián me mira con una de esas miradas que me derriten, y en las que me dice todo con tan sólo mirarme.

—Yo te quiero más—Y así vuelve a estampar sus labios con los míos.

[...]

Ha pasado una semana desde que le conté a Sebas mis sospechas. He tratado de sacarle información a mi madre, pero como siempre, ha sido en vano. Sebastián dice que ya le contó a sus padres de nuestro noviazgo, y hoy me han invitado a cenar a su casa.

Yo aún sigo sin contarle a mi madre lo nuestro. No confío en ella, me ha ocultado tantas cosas a lo largo de toda mi vida, me ha metido, y cuando descubra toda la verdad tendrá que explicármelo todo. Pero... ¿Por qué no me lo dice de una vez? Si Fred es mi padre, por qué seguir ocultándomelo ahora que lo conozco y que podríamos establecer una relación. Ella sabe que siempre he querido conocer a mi padre, verlo, saber quien fue, por qué nunca se interesó por mí, si tiene familia, si tengo hermanos... No me podía seguir privando de la verdad, ya no más.

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