Han pasado algunas semanas desde que Sebastián y yo empezamos a salir oficialmente. Y debo decir que han sido unos días maravillosos. Hemos hablado mucho, la confianza entre nosotros ha crecido y también la tensión sexual. Yo ya estoy segura de él me gusta de verdad, pero aún quiero esperar un poco más antes de dar el siguiente paso.
Las demás cosas en mi vida siguen pasando normalmente. Los entrenamientos van muy bien, en pocos días tenemos la competencia regional. Mi mamá no ha mencionado nada más de Fred, y la noto más tensa de lo habitual. Por otro parte Patricia y yo nos hemos vuelto muy buenas amigas, ella por fin se decidió a decirle a Daniel lo que siente y ahora están saliendo. Ernesto y yo también nos volvimos más cercanos, aunque su estado de ánimo cambia un poco cuando le hablo de mi novio. No he querido preguntarle nada de por qué no le agradaba Sebastián, así que tuve que decirle al mismo Sebas que me dijera si él y Ernesto se conocían. Me dijo que sí, que se conocen de niños, que cuando fue adoptado por sus padres actuales, él vivía en frente de su casa y jugaban todo el día. Pero qué luego la familia de Ernesto se mudó a otra casa y desde allí dejaron de verse.
En este momento estoy en pleno turno de Matemática. El profesor nos ha mandado un mar de ejercicios para resolver durante la clase. Todo el mundo parece muy concentrado resolviéndolos, pero yo hoy no logro concentrarme. Mi cabeza está dando vueltas por algún lado, pensando en cosas sin sentido y tengo algo de náuseas debido a que estoy en esos horribles días de mi período. Hago una mueca de dolor cuando siento unas pequeñas punzadas en mi vientre. Sebas parece percatarse de mi malestar.
—Madison, ¿Qué te pasa? Te noto incómoda hace rato.
—Es que... Me siento mal.—Sebastian enseguida se pone serio y me toma de la mano.
—¿Qué tienes? ¿Te llevo a tu casa? O mejor... ¿Quieres que te lleve al médico? Dime qué te pasa por favor...
A mí me resulta muy graciosa su reacción. Él se encontraba muy nervioso e impaciente. Tal vez los hombres ni se imaginaban que sentirse mal, tener náuseas, dolor de estómago, de cabeza, calambres musculares, cansancio y un horrible y molesto dolor de ovario... eran cosas normales para las mujeres, y que pasábamos por todas esas cosas mensualmente.
—Tranquilo yo... sólo estoy en los días de mi período.
—Oh... Bueno, ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?
—No... No te preocupes, es que tengo muchas náuseas y no puedo concentrarme en...—Pero él me interrumpe.
—Pues entonces descansa y no te preocupes, yo te hago los ejercicios.— Me dice cogiendo mi libreta y pasándola a su lado.
—En serio... ¿Harías eso por mí?
—Pues claro... Yo ya resolví todos los ejercicios, sólo tengo que copiártelos en tu libreta. Tú sólo descansa ¿Si? Y si quieres que le diga al profesor que no te sientes bien y quieres irte a casa me dices.
—Sebas... Muchas gracias en serio.
—De nada nena— Me acaricia las mejillas y yo sonrío. En este momento me siento la novia más afortunada del mundo.
Luego de que por fin se termina la clase, recojo mis cosas y me levanto de mi asiento. Me despido de Pat y miro a mi novio, que está revisando algo en su celular.
—¿Quieres acompañarme a casa?
Le pregunto con una pequeña sonrisa, ya se había hecho costumbre que Sebas y yo almorzáramos juntos. A veces en mi casa, en una cafetería y otras veces en la suya. Aunque aún no me había presentado a sus padres, y yo tampoco le he contado nada a mi madre, planeo hacerlo pronto.
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Caminos Cruzados
Novela JuvenilMadison Parker es una chica de 17 años, practica Gimnasia Artística, es buena estudiante, le gusta leer y tener su vida organizada. Su madre es una reconocida empresaria en el país. Madison es muy buena persona, es dulce y muy positiva. A la vista...