Fiesta de Slughorn

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Cuando Mattheo vio, desde el pasillo, como su mejor amigo y su novia disfrutaban de la noche, esta última dejándolo plantado, caminó a zancadas a la Sala de Menesteres (de donde provenía) a destruir de una vez ese maldito armario. No le importaba en lo absoluto arruinarle los planes al rubio, a estas alturas.

En medio del recorrido, fue detenido por Theodore y Blaise, que al ver su rostro, no tardaron en darse cuenta que estaba enojado. Así, el primero se acercó con cautela, y puso su mano en su hombro, haciéndolo frenar en seco.

Mattheo dio un respingo, ni siquiera los había visto llegar.
- ¿Qué pasa?

- ¿Qué te pasa a ti? - lo corrigió, con autoridad.

El chico de rulos rodó los ojos.
- Déjame en paz, Nott. Tengo cosas que hacer - intentó zafarse de su agarre.

- Te conocemos, idiota - habló Blaise, poniéndose serio.
- ¿Qué te pasa?

Mattheo se separó de su amigo, esta vez más tranquilo. Cansado y aburrido, les explicó lo que vio. Las venas de su cuello parecían a punto de explotar.
- ¡Mientras que yo pierdo el tiempo arreglando ese estúpido armario, él se divierte con mi novia!

- Tal vez solo es un malentendido - se apresuró a decir Theodore, intentando sonar empático.

- El mal entendido fui yo, ella ya no me quiere - dramatizó.

- Deja de decir estupideces - lo rezongó, esta vez más malhumorado.
- Ella te ama, y lo sabes.

- Además, - agregó el moreno - estamos hablando de Malfoy, hace un par de meses se odiaban. Es imposible que le guste.

- Es el tiempo suficiente para que se enamore de ella, y no sería realmente difícil. Igualmente, ¿alguna vez viste que Draco tratara a alguien como trata a Alexa? Ni siquiera a Pansy la trata así, y se supone que es su novia o algo por el estilo.

- Pero aunque así fuera, ¡ella nunca te sería infiel! - insistió Theodore.

- ¡Me dijo que iba a estar con Hermione, y me mintió! ¡En mi propia cara! - la furia que detonaba su respiración, gestos y voz eran incontrolables.

- Pero quizás Granger quería estar sola y justo se encontraron - habló Blaise, ya no sabían que decir o hacer para calmar los nervios y rabia de su amigo.

- ¡Dejen de buscarle un "pero"!

Se quedaron en silencio por unos segundos. Luego, Theodore concluyó:

- Estamos hablando de muchos casos hipotéticos. Lo mejor sería que vayas y le preguntes, se que la respuesta... pueda ser dolorosa. Pero al menos es la verdad.

- Es que... no quiero que me confirme... algo que he estado pensando.

- ¿Qué? - preguntaron los dos chicos al unísono, confundidos.

Mattheo desvió la mirada antes de hablar.
- Que la estoy perdiendo.

Toda la rabia, furia y malhumor que tenía, se transformó en angustia, dolor y tristeza en una milésima de segundos al pronunciar esa frase. El solo hecho de imaginar que después de todo lo que habían vivido, construido y pasado, las cosas terminaran de un día para el otro lo volvían loco, generándole insomnio por las noches. Alexa era la persona que más amaba en el mundo, es más, la única. No podría soportar perderla porque se enamorara de alguien más, con todo lo que había luchado.

Una vez más, la nieve formaba remolinos tras las heladas ventanas: se acercaba la Navidad. Como todos los años y sin ayuda alguna, Hagrid ya había llevado los doce árboles navideños al Gran Comedor. Además, había guirnaldas de acebo y espumillones enroscados en los pasamanos de las escaleras, y, dentro de los cascos de las armaduras, ardían velas perennes acompañadas de un techo decorado a intervalos regulares con grandes ramos de muérdago, donde parejas montaban una excusa para besarse.

Mattheo Riddle y Alexa Weasley (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora