Final.

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El sábado llegó demasiado rápido. Entre los preparativos para la fiesta de compromiso, su trabajo —tanto en los clubes como en el conglomerado—y la remodelación de la mansión, Mew casi no había visto a su prometido.

Lo había dejado llorar en sus brazos mientras el omega sostenía la urna de su madre, y Mew dijo palabras suaves que intentaron reconfortar su alma rota. El alfa no había llorado a sus padres, no tuvo tiempo para hacerlo, pero tener a Gulf entre sus brazos mientras estaba deshecho, lo hizo pensar en su propio duelo y en el de sus hermanos. Necesitaba empezar a trabajar con ellos.

—Mew.

La voz de Gulf lo sacó de sus recuerdos. Se giro hacia el omega sonriendo por lo hermoso que estaba. Llevaba una camisa negra con escote y un pantalón ceñido a sus largas y exquisitas piernas.

—Precioso —susurro Mew acercándose.

Había estado observando por la ventana cómo los invitados llegaban: políticos, algunos directivos del conglomerado, amigos y los miembros de la Sacra Familia.

La mansión estaría llena.

—Tú no te ves nada, pero nada mal, guapo.

Mew dio un beso suave, y luego camino hacia la mesa de noche, para sacar una caja que había comprado hacia dos días.

—Para ti —dijo Mew abriendo la caja hacia el omega.

Contenía un collar de oro blanco con un rubí en forma de lágrima tallada como un tablero de ajedrez.

—Mew. ¿Qué voy a hacer con tantas joyas?

—No digas nada, solo gírate, bebé.

Gulf lo hizo y el alfa abrocho el seguro, luego el omega se dio de nuevo la vuelta y acarició las solapas del traje del alfa.

—Gracias, es precioso.

—¿Listo para conocer a todos los hipócritas de esta ciudad?

—Siempre que estés a mi lado.

—Siempre.

Bajaron las escaleras de la mansión integrándose a la fiesta, el alcalde Yacht estaba acompañado por una de sus hijas, producto de su primer matrimonio. Al parecer, Sammy había entendido el mensaje y se mantenía lo más alejada posible de Mew.

También vio a varios de los directivos de Mss y a los miembros de la junta de la sacra familia, bebían whisky en un rincón del salón, los tres con sus cabezas juntas cuchicheando como viles cucarachas.

Pasearon por varias mesas, presento a Gulf a varios de sus socios de la empresa, a los principales inversionistas y a algunos políticos de la ciudad. La esposa del gobernador Joss  hizo sonrojar a Mew al decirle que era afortunado de llevar al altar a uno de los alfas más guapos de Tailandia y que la fila de omegas casamenteras y sus hijas estarían sin duda decepcionadas.

Media hora después de las presentaciones, dejo a Gulf con Martha y otros omegas para encontrarse con Leo y charlar con los demás invitados.

Cerca de la media noche, cuando llegó el momento del brindis, Mew tomo la mano de Gulf y lo acerco para que se colocara a su lado. Tomaron cada uno una copa de champán, que varios meseros repartían por el lugar. Subieron a la tarima donde la banda amenizaba la fiesta y se dirigió a los invitados:

—Buenas noches a todos —los murmullos cesaron, la atención se centró en Mew y pudo sentir temblar la mano de Gulf—, es un placer contar con su compañía en este día tan especial. Como quizá algunos no saben, conocí a este hermoso hombre hace un par de meses en una presentación en el Orchestra Hall, y esa noche no solo me cautivó su belleza, sino su pasión. Gulf está escalando su camino para convertirse en un maravilloso violinista, verlo tocar en ese recital partió mi vida en dos, pero no estoy aquí para ponerme cursi y enumerar las virtudes del hombre que me acompaña, estoy aquí para anunciarles que le he propuesto a este maravilloso hombre —lo observo— que se case conmigo, y él me ha dicho que sí. Así que, familia, amigos, socios y demás invitados, les pido que alcemos nuestras copas y brindemos por él, por nuestro próximo matrimonio y por el futuro. Salud.

Amor Honor y VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora