Capítulo 19

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Tomaron el avión de regreso a Tailandia a primera hora de la mañana. Mew se reunió con sus hombres en la parte trasera del avión, Gulf no escuchó lo que hablaban, ya que Mew le pasó un iPod con audífonos.

Mew volvió al rato, se sentó a lado del omega y lo tomó de la mano en un gesto que era muy suyo.

—Un dólar por lo que sea que estás pensando, dos si quieres inaugurar el camarote y otorgarme una membrecía en el club de las alturas —murmulló retirando uno de los auriculares al omega.

"El club de las alturas",Gulf había escuchado hablar de ello un par de veces a sus compañeros de estudio. Hacer el amor en el baño de un avión o en el camarote.

—Lamento decepcionarte, pero no estoy pensando en nada sexual... — Mew le dio un beso en los nudillos—. ¿Has pensado en regalarles una mascota a los niños?

El alfa se quedó pensativo un rato.

—No lo había pensado, madre no era amiga de los perros... Estás hablando de un perro, ¿verdad? —Mew tomó el auricular que le había quitado y lo colocó en su oído sonriendo

—Pensé en un artículo que leí hace algún tiempo, sobre cómo las mascotas ayudan a superar los duelos, un  pomerania sería perfecto, son cariñosos y juguetones, y siempre están alerta.

Mew tomó su maletín y le entregó un Ipad. Desde su secuestro Gulf no había tenido acceso a ningún dispositivo que pudiera conectarse a Internet.

Lo miro sorprendido.

—No me mires así, que me siento un cabrón. Escoge uno y lo recogeremos de ida al refugio donde estaremos cuando lleguemos.

—¿Tan mal están las cosas?

Mew dejo un beso en la comisura de la boca de Gulf.

—Se vienen tiempos difíciles, necesito saber que los niños y tú estarán bien para poder actuar sin preocupaciones, Gulf. De hecho, pensándolo un poco, es un buen momento para una mascota.

—Les dará algo de estabilidad a sus vidas.

—No te he dado las gracias por todo lo que has hecho por ellos.

El capitán anunció que iban a aterrizar y minutos después se dirigieron a la salida. Al bajar la escalerilla, Leo se acercó enseguida y se saludaron.

Sus ojos grises observaron a Mew entre sorprendido y burlón al ver que llevaba de la mano al omega.

—Ahora no, Leo —rugió Mew y tendió la mano para recibir un móvil desechable del que marcó un número.

—Yang Yang, nos veremos esta noche, te enviaré la dirección en unos momentos. Solo tú y pocos hombres de confianza, no les dirás nada a tus hermanos, si lo haces, no volverás a ver a Gulf y créeme, lo sabré, esto es algo entre tú y yo, espero que seas inteligente y no lo expongas, ¿me entendiste? —Mew miró a Gulf—. ¿Quieres hablar con él?

Por un segundo, Gulf pensó que no lo haría, pero Mew le pasó el teléfono enseguida y con manos temblorosas se lo llevó al oído. No entendía el porqué de la petición de Mew de que los hermanos del alfa no estuvieran en el encuentro, pero lo olvido tan pronto escuché la voz del alfa.

—¡Yang!

—Estoy bien... No, Mew no me ha lastimado.

Mew acaricio un mechón del cabello del omega acercándose a su oído.

—Déjame escuchar, ángel.

Gulf tragó, pero se alejó el celular del oído y subió el volumen, lamento que no fuese un teléfono con altavoz.

Amor Honor y VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora