Diecisiete

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Taehyung se sentía feliz.

Hace unas semanas había salido por fin del hospital y ahora estaba asistiendo a las terapias psicológicas que había acordado con Jungkook.

Despertaba justo ahora sobre la deliciosa cama que aún era para sí, pues Jungkook había insistido en dejarle privacidad mientras él tomaba la decisión de proponerse algo más fuerte.
Algún indicio de que había avances en la psicoterapia y que podrían mantener una relación sana.

Caminó hacia el baño para tomar la ducha matutina a la que se había estado acostumbrando y una vez había terminado de acicalarse guió sus pasos hasta quedar frente a frente con el espejo del cuarto.

—Buenos días, Tae —se saludó a sí mismo y sonrió para él.

Parte de los ejercicios de terapia era que lo primero que debía de hacer al despertar era verse en el espejo y apreciar lo hermoso que era -o eso era lo que su psicólogo, Namjoon, le había dicho-.
Estaba siendo un proceso algo largo y tedioso, pero al final de cada terapia siempre estaban los cálidos brazos de su alfa esperando por él para preguntar cómo iba.

—Te ves hermoso el día de hoy —se halagó mientras sonreía a su reflejo y cubría su torso con un cálido abrazo amoroso.

Había estado alimentándose mejor que antes gracias a que Jungkook le había ayudado a establecer horarios y alarmas. Ahora no se saltaba ninguna comida y cada que consumía alimentos era algo balanceado y nutritivo.

Los cambios estaban surgiendo.

Su antes pálida piel -de muerto, como él le decía- ahora tomaba un lindo tono canela. Sus mejillas ahuecadas estaban retomando forma y relleno, así que ahora su rostro se veía muy lindo.
En su abdomen, donde antes se marcaban las costillas casi dolorosamente, comenzaba a ganar grasita que hacía que tomara una forma de pera muy bonita.

Se dió la media vuelta para ver la parte trasera de su cuerpo en el espejo.

Las marcas en su espalda seguían ahí, recordándole que fuera de esa casa sus padres no le había amado. Rememorando cada lágrima que había dejado caer cuando el cinturón de su padre amenazó con golpearlo más veces.
Cerró sus ojos con fuerza y sacudió la cabeza para espantar los malos recuerdos que había estado teniendo. No se dejaría vencer. No ahora que había progresado tanto.

Regresó la mirada al espejo y sonrió cuando notó un lunar en su omóplato izquierdo. A su parecer se veía bonito, como una estrellita.
Bajó un poco la mirada hasta la toalla que envolvía su cintura: una cintura que le gustaba ver. Era delgada y curva, pero no en exceso como los estándares femeninos.
Guió sus manos hasta el nudo en la toalla y se deshizo del mismo, abrazó la toalla y giró el rostro una vez más para ver su reflejo.

Sonrió. Se sonrojó.

Su retaguardia era lo mejor.
Había ganado grasa en los muslos, caderas y los glúteos, haciendo que estos últimos estuvieran redonditos y suavecitos -porque ya se había pellizcado la primera vez que los notó-. Su antes forma de rectángulo ahora estaba en el olvido con esta nueva imagen que veía de sí.
Por primera vez en su vida, se sentía bonito.

—Creo que es suficiente.

Envolvió de nuevo la toalla en su cadera y caminó hacia el guardarropa.
Aún vestía con sudaderas y pants holgados por comodidad, eso y que esperaba una ocasión especial para enseñarle a Jungkook lo bonito que se estaba poniendo.

Tomó un pants gris tres tallas más grande que la propia y amarró una liga en la cinturilla para asegurarse de que no se le cayera. Se vistió con una playera de manga larga -también tres tallas por encima- y luego, escogió una sudadera lila -no hace falta repetir la talla de la prenda-.

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⏰ Última actualización: Feb 18 ⏰

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