Siete 1/2

1.9K 179 6
                                    

La alarma se escuchó fuerte dentro de los sueños de Taehuyng, quien inmediatamente se levantó a cesar con el sonido.

Era una de sus habilidades o rarezas: Taehuyng siempre se despertaba a la primera alarma.

Se encaminó al baño y una vez dentro se aseguró de que hubiera toallas para después de la ducha que pensaba tomar, abrió el grifo del agua y aguardó hasta saber que era correcta la temperatura.

Uff, un baño tibio siempre le ayudaba.

Conforme dejaba que las gotas le acariciaran, él iba pensando en todo lo que debía hacer ese día y se vió emocionado cuando su mejor amigo apareció dentro de sus planes.

Sus pensamientos se vieron cesados cuando su dedo índice tocó la primera marca en su espalda: la del castigo por haber interrumpido a su padre.
Viajó un poco más abajo y ahí estaba, la segunda: cuando había llegado tarde a casa por culpa del camión.

Que bueno que las lágrimas se podían confundir con el agua de la regadera y que suerte que las sonrisas también podían disimular lo roto que estabas.
Que fortuna que Jungkook no podía ver sus marcas.

Sus manos siguieron explorando las cicatrices que ya se sabía de memoria y por cada una de ellas, sus ojitos miel derramaban una dolorosa gota salada más, una súplica por olvidar y seguir adelante. Pero no sucedió.

No podría olvidar. No podía hacerlo porque sería condenado a repetir la misma historia y no quería eso, Taehuyng no quería que nadie más sufriera lo que él estaba pasando y se prometió a sí mismo que si algún día tenía la fortuna de tener un cachorro, jamás le haría pasar todo lo que él tuvo que soportar.
No, Taehuyng no estaba dispuesto a ello.

.
.
.
.
.

Una vez fuera de la regadera, con el cuerpo cremoso por la reciente humectación recibida y la toalla anudada en su cintura, se dirigió al armario.

Aún no había ninguna de sus pertenencias en ese lugar, pero cuando trajera todo de su casa se sentiría muy cómodo, sólo esperaba que el clóset de Jungkook fuera lo suficientemente amplio como para que cupieran las pertenencias de ambos en el mismo lugar.

Una sonrisa surcó su bella carita.
Quizás había dicho que no quería mudarse con el alfa pero realmente sí quería hacerlo, quería sentirse protegido y amado en ese lugar y había consultado con la almohada lo suficiente como para decidir que lo intentaría, que haría lo que estuviera en sus manos por ser lo suficiente para Jeon.

Con aquel pensamiento positivo se adentró al armario a buscar lo que vestiría el día de hoy:

Al menos agradecía el buen gusto de su alf... De Jungkook.

*7:33 a.m.*

—No puede ser —tomó la sudadera amarilla de la cama y la colocó encima mientras cruzaba la puerta de la habitación.

Volteó de derecha a izquierda, buscando la salida correcta de aquel lugar, pero al sentirse perdido sólo atinó a seguir el aroma que tanto le encantaba.
Llegó así a la habitación de aquel alfa, dirigió su mano hecha puñito a la puerta para tocar, pero unas voces provenientes detrás de él lo alarmaron.

—Te estoy diciendo que hay algo diferente.

—¿Cómo qué sería, Lay? Sólo deja al señor en paz.

—Desde ayer en la tarde hay un aroma diferente en la casa, ¿Será que ha traído a alguien?

Si bien, las sombras de las dos féminas estaban distorsionadas entre pasillos y la leve luz que había en estos. Aún así, Taehuyng y sus nervios de cachorrito lo llevaron a ingresar a la habitación con rapidez antes de que las personas llegaran a verlo.

Mi perfecto OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora