Me encontré con él de camino a la nación de la tierra en su barco, donde dejé que Aravis descansaran en un barco especial para los animales. Zira se encuentra en el hombro de Zuko, lo que me indica que ha recibido el mensaje sin inconvenientes.
- Gracias por avisarme del previo ataque del rey tierra ________, no me equivoqué al elegirte como comandante y mi mano derecha.
- Señor del fuego. – hago una reverencia – Es todo un honor servir a mi nación. – me coloco a su lado y Zira vuela hasta mi hombro –
Cuando estamos frente al resto de los soldados y súbditos de Zuko solemos ser más formales, no podemos dejar que los lazos de sangre nos hagan ver débiles, porque ya sabemos como es la gente de la nación del fuego.
Esa noche escuché gritar a Zuko como muchas otras, no deja de tener pesadillas y siento que no puedo hacer nada para ayudarlo.
A la mañana siguiente me dirijo a sus aposentos para informarle que ya hemos desembarcado, pero me detengo al escucharlo hablar solo.
- Te lo estoy diciendo, ¡mis acciones tienen sentido! ¡los ciudadanos de la nación del fuego de Yu Dao son mi gente! ¡como señor del fuego tengo el deber de protegerlos! – suspira – pero va más allá de eso. Cuando la esposa del alcalde me invitó a quedarme con ellos no solo tuve la oportunidad de ver como era realmente Yu Dao. Pude ver que su familia era igual. Comían juntos, sentados en la misma mesa, hablaban y reían y cuando discutían no se retaban a Agni Kais unos a otros, eran tan...normales. – siento como se me contrae el corazón al escucharlo – Tú, todas las personas saben que nuestra familia no lo es, incluso ________ se ha dado cuenta de eso, a quien tengo encerrada a mi lado lejos de su esposo, ella debería estar formando una familia, no librando una guerra contra nuestros amigos por mí. – estoy a punto de entrar cuando vuelve a hablar – En mi corazón se que estoy haciendo lo correcto, no estoy defendiendo una colonia, estoy defendiendo personas y estoy defendiendo esos lazos que tienen unos con otros, pero hay un hecho que me hace dudar de mi mismo. Liderar un ejército a Yu Dao es exactamente lo que mi padre haría si regresara al trono.
Sin poder contenerme entro en la sala y Zuko se gira hacia mi de golpe.
- Lo siento, pero no he podido evitar escucharte y...no eres tu padre, no puedo seguir escuchando como dices esas cosas horribles de ti mismo. – me acerco a él – Zuko...no me tienes encerrada, estoy aquí porque me necesitas, porque te necesito, somos una familia.
Zuko se levanta de la silla en la que estaba frente al escritorio viendo una pintura de Iroh, lo echa de menos, pero es demasiado orgulloso como para ir a verlo.
- Desde el exterior, parece como si actuara como él, ________, ¿Qué importa que mis razones sean diferentes?
- Importa mucho, porque si pensara que estas equivocado no estaría aquí, dispuesta a luchar a tu lado. Creo que lo que estás haciendo y créeme, ya habrá tiempo para que forme una familia, una en la que estas incluido, por si lo dudabas. – le dedico una sonrisa sincera –
No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que Zuko a acariciado mi mejilla y secado una de mis lagrimas con el pulgar.
- Gracias, no sé qué haría sin ti. – posa la misma mano con la que ha secado mis lagrimas en mi hombro –
- Pues hablar siempre solo. – me río y él me sigue – Anda vamos, acabamos de desembarcar.
Asiente como una mirada más seria y se coloca el casco de la armadura antes de salir por la puerta conmigo detrás.
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