Tras solucionar los problemas en el sur nos disponíamos a ir al reino de la tierra, pero Toph quería hacer una parada en la refinería de su padre, según ella, las cosas han cambiado mucho y el lugar se ha vuelto mucho más grande y ahora el pueblo se llama pez grulla.
Yo no volví al reino del fuego, acordé con Zuko que me tomaría unas vacaciones hasta que naciera el bebé, ya que durante el proceso debía de estar con Sokka, mientras que Iroh me sustituye en algunos deberes reales.
Desde que todos se enteraron de mi estado han estado cuidándome en exceso, apenas me dejan hacer esfuerzos por los incidentes pasado, algo que se sale de mi rutina, ya que acostumbro a poder hacer mis entrenamientos y a valerme por mi misma, pero supongo que en este caso debería dejar que me cuidaran.
Al llegar podemos contemplar el gran cambio del pueblo, ni siquiera sé si se puede considerar uno dado su tamaño.
Aterrizamos y Aang usa su control del aire para dejarme en tierra con delicadeza.
- Puedo bajar sola Aang. - le digo -
- Ya escuchaste al médico, nada de esfuerzos. - me da un beso en la mejilla con una sonrisa -
- Tiene razón. - le sigue Sokka -
- Tarados. - les respondo con una sonrisa -
Pueden ser un poco atosigantes, pero es bonito ver como se preocupan, incluso Katara está ansiosa quiere conocer ya a su sobrino o sobrina, mientras que Toph no deja de decir que va a malcriar al bebé, pero que no cambiará pañales.
Mientras el resto del equipo intenta hacer buenas migas con la gente del pueblo yo me separo al oler el delicioso olor de carne asada, el embarazado me hace comer de más y ahora tengo mucha hambre, por lo que me dirijo al puesto.
- Hola señorita - me saluda el vendedor - ¿le apetece un pincho de carne? Puede añadirle salsa picante si le gustan los sabores fuertes.
- Justo lo que necesito. - le sonrío - deme dos con extra de picante.
Al ser de la nación del fuego prefiero los sabores picantes y fuertes.
- ¡Marchando! - grita alegre -
Mientras adereza la carne me mira repetidas veces frunciendo el ceño interrogante.
- Disculpe mi atrevimiento, ¿pero usted viene con el avatar? - me pregunta mirando a mi grupo, quien se encuentra ya hablando con el padre de Toph -
- Sí, ¿hay algún problema?
Sus ojos se abren como platos y su miranda cambian al contemplarme, como si tuviese una especie de revelación.
- U-usted es la comandante del señor del fuego.
- Sí...
Coge los pinchos de carne y me los pone en la mano con prisa.
- ¡Se los regalo! - grita -
Antes de que pueda agradecérselo cierra el puesto y sale corriendo. Miro interrogante el rastro que ha dejado de polvo y me giro hacia mis compañeros, Aang, Katara y Toph se encuentran metidos en una disputa entre maestros del fuego y maestros de la tierra, algo bastante común, es preocupante el echo de que nos hayamos acostumbrado a este tipo de problemas.
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