Regalos

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El otro mes pasó sin novedad, no volví a enrollarme con nadie, ni menos pensar en salir a distraerme con alcohol, ya que esa noche cuando volví a casa, además de tener la mente hecha un lio, se me revolvió el estómago por los mojitos ya que anteriormente ya había bebido unas cuantas copas de vino. Por lo que decidí darle un descanso a mi hígado.

Me centré en comer mejor, en hacer ejercicio por las mañanas, encargarme de los quehaceres del hogar y pasear por la ciudad cuando tenía mucho tiempo libre.

El brazo ya no me dolía para nada, pero igual tenía precauciones para no hacer movimientos bruscos. Tanto reposo me estaba aburriendo, por lo que en uno de mis paseos por la ciudad entre a una librería de segunda mano. Todo muy vintage, pro-mundo, reciclaje y hojas amarillas de lo antiguos que eran los libros; caminé por la tienda hasta que llegué a la sección de ciencia ficción y aventura. No me iba a llevar una novela de amor para hundirme más de lo que ya estaba.

Comencé a hojear diversos libros, ninguno me era interesante, todos tenían una redacción ultra mega detallada, se parecían a los libros de suspenso de un tal King... Pero entre tanta decepción, tome uno que estaba en condiciones presentables, sus hojas apenas se estaban poniendo amarillas, "El viaje al centro de la Tierra" por Julio Verne, tan solo leer el título que me vino una persona a la mente y sus palabras en una de las noches que compartimos.

"Yo no recomiendo ninguno de mis libros favoritos, la gente se aburriría, pero me gustan los libros que hablan sobre exploración, aventuras, descubrimiento, un poco de ciencia, no sé..."

Sin pensarlo mucho lo mantuve en mis manos hasta que me di cuenta que no había algo más que quisiera de esa tienda. Pagué el libro y salí de la tienda para dirigirme a una cafetería.

-Un latte por favor. -Pedí al barista cuando fue mi turno. Esperé un par de minutos y con mi café me fui a sentar a una mesa vacía.

Estuve toda la tarde leyendo las páginas de ese libro, trataba de un científico y su aprendiz, sobre un alquimista antiguo y su supuesta visita al centro de la Tierra, un volcán, un chico nativo gigante que los acompañó en al aventura, dinosaurios, plantas prehistóricas, hasta un sol interno al interior de la tierra, todo muy fantástico, divertido, la escritura era muy antigua pero fascinante para una persona como yo que solo se quedaba con lo realista de la vida, lo crudo.

Decidí dejar las últimas treinta páginas para mi vuelo de vuelta a Paradise. Porque sí, no pedí el traslado para Marley, no quería retroceder, aunque me condenara a vivir en una isla.

A lo largo de este último mes, además de cuidar de mi persona, había reflexionado sobre mis sentimientos, lo que pensaba sobre lo que había vivido, lo que había hecho y dicho para con Armin, y solo había llegado a la conclusión de volver a pedirle perdón. 

Pero no me iba hacer ilusiones, si no resultaba nada de lo que tenía en mente, tendría que dar un paso al costado como él lo hizo al dejarme partir sin seguir insistiendo por mi atención.

Si los roles debían invertirse, así sería.



- o -



Bajé del avión con muchos nervios.

Me había despedido de mi padre unas diez veces en el aeropuerto prometiendo no perderme por mucho tiempo e ir a visitarlo cada dos meses, aunque sea por el fin de semana, solo era cinco horas de vuelo que nos separaban, tenía que hacer el esfuerzo.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora