Nueve y Diez

685 86 77
                                    


En mis 26 años solo había tenido una novia en la preparatoria, más allá de compartir cosas en común, ir en la misma clase, asistir a los mismos talleres extracurriculares, besos, abrazos, relaciones sexuales torpes, pero más allá nada, nunca en mi vida pensé que estaría entrando a un lugar como este.

Era de ladrillo y cemento de un color rojo profundo, mesas de madera, piso negro brillante. Tenía un escenario al fondo con una pasarela. La música era según el espectáculo que había pero de un momento a otro la bailarina que estaba haciendo pole dance terminó y la música ambiente comenzó a andar. No era muy grande como un salón de eventos, pero sí lo bastante para más de diez mesas, una barra con sillas para hablar con el coctelero, un sector de juegos de apuestas, una escalera al lado del escenario muy discreta y muchas mujeres bastantes hermosas, tampoco iba a negarlo. Todas con vestidos pegados al cuerpo o simplemente con la lencería puesta.

Era obvio, ellas eran para aparentar lo legal, pero las personas capturadas deberían estar en los pisos de arriba.

Con Jean nos acercamos rápidamente a la barra solicitando dos jarras de cerveza. Entre los tipos que atendían, tuvimos la suerte que Connie nos atendiera.

-¡Vaya! Mira donde los iba a encontrar. -Dijo Connie con una sonrisa divertida.

-¿Eh? Pero si es el Springer, el idiota de la preparatoria, Armin ¿Lo reconoces? Está menos feo al parecer, la vida no te ha tratado tan mal. -Dijo Jean con ánimo. Genial, esto será una pelea mañana en la mañana en el hostal.

-¿Cómo que menos feo? ¿Y tú Kirstein? Por fin te creció la barba y dejaste de lucir esas pelusas en la cara, tal vez y ahora Mina te tome en serio, simplón. -Dijo Connie entre dientes posando ambas jarras llenas de cerveza encima del mesón.

-Ya, chicos... Connie, me alegra verte ¿Hace mucho que trabajas acá? -Dije tomando mi jarra para darle un buen sorbo, debía relajarme.

-No, comencé hoy, necesitaba el dinero, acá fue fácil entrar. -Con este par siempre nos comunicamos en clave o con una sola mirada, éramos amigos y camaradas del alma.

-¿De verdad? Se ve un lugar bastante rebuscado. -Dijo Jean tomando de su cerveza mirando de reojo el lugar viendo a los hombres que jugaban cartas, conversaban e incluso a los hombres que se besuqueaban con las mujeres.

-No demasiado, el tipo que me hizo la entrevista parece que es un idiota en potencia. -Anotado, el influyente estaba cerca.

-¿Si? ¿Era el dueño? -Pregunté mirándolo fijamente.

-No, un peón más. ¿Quieren algo para comer chicos? -Dijo Connie tomando el paño para limpiar la barra.

-Si, muero de hambre, compartir piso con Armin es económico pero ninguno de los dos se le da bien la cocina. -Dijo Jean pasando una de sus manos por su cabello.-

Mentira más grande, Jean cocinaba muy bien y yo podía cocinar algo decente si me lo proponía.

Connie se dio vuelta para entrar en una puerta detrás de la barra.

-Podríamos pasar un buen rato con alguna señorita. -Dije mirando de reojo a Jean quien me miraba sin interés alguno, obvio, pero sabía que tenía sus sentidos alerta.-

-Preguntémosle a alguien como podemos hacerlo... ¡Hey! Señorita ¿Le puedo hacer una pregunta? -Jean llamó a una mujer que estaba caminando detrás de la barra para alcanzar una botella de vodka. Era una mujer rubia, con piel muy blanca, alta y con voz algo chillona.

-Dime cariño ¿En qué te puedo ayudar? -Dijo recargándose en la barra dejando ver su escote.

-Encanto, necesitamos saber como contratar un servicio privado, por separado, pasar una noche con alguna bella mujer. -Dijo Jean manteniendo la calma, estaba impresionado por su tono de voz, su actitud de... ¿Mujeriego? Impresionante actuación, porque Jean era un hombre muy respetuoso con las mujeres, alguien muy correcto.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora