Una libreta en blanco

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-¡Annie! ¡Annie! -Comencé a gritar con desesperación, la separé de mi cuerpo para mirarla, el tiro era inevitable, pero ¿Por qué se puso frente a mí? Maldición, esto no podía estar pasando. Al ver cómo llevaba su mano a su cuello me asusté con más razón, era una herida mortal, no podía seguir ahí más tiempo, la sangre comenzaba a salir y la bala se había quedado dentro de su garganta, no podía ni hablar, todo lo contrario, la sangre comenzó a salir por su boca ahogándola. La tomé en brazos sin pensarlo al escuchar las indicaciones de Jean. Su peso estaba muerto, se puso pesada, sus ojos parpadeaban apenas, no iba aguantar hasta llegar al hospital, no... No, maldición, no... No la iba a perder.

Jean nos llevó hasta una de las patrullas y le indicó a uno de los refuerzos que nos llevara lo más rápido al hospital militar de Trost. El policía puso la alarma mientras nosotros subíamos a Annie en los asientos de atrás junto a mí y Jean subía de copiloto. El auto partió y pasamos calle tras calle sin respetar las luces, era una emergencia.

Miré de reojo a Annie que ya ni se apretaba el cuello, se había desmayado. Puse mi mano en su cuello con fuerza para que dejara de sangrar, estaba en una pesadilla ¿Cómo pasó esto? Solo hace media hora estábamos besándonos y ahora la llevaba de urgencias, casi muerta, con una bala en la garganta... No podía ser cierto, me negaba rotundamente a perderla... No era el mismo sentimiento como cuando salió de la ciudad subterránea, no, esto era el pánico a carne viva, un brazo no era nada, pero la garganta, el impacto en medio de un lugar tan importante, el verla con los ojos cerrados, con la sangre por todo el cuello y su ropa, el que no podía ni respirar... Me estaba matando por dentro, y todo por salvarme a mí.

Al llegar al hospital, Jean me ayudó con Annie al sacarla del auto, la cargó rápidamente hasta la entrada del hospital. El personal de urgencias empezó actuar de inmediato, en momento lo único que escuché que ya no tenía pulso y que iban a comenzar con la labor de reanimación e intervenirla rápidamente en cirugía. Mientras nosotros nos quedamos en la sala de espera y yo con la vida de Annie en las manos.





Habían pasado casi cinco horas desde que llegamos al hospital, Pieck y Porco llegaron junto a Hitch al hospital. Pieck estaba en shock cuando le contamos todo lo que paso, Hitch no había aguantado las lágrimas. Todo era incertidumbre, yo no podía hablar, estaba en una nube negra de pensamientos... ¿Y si la perdía? ¿Y si no podían salvarla? ¿Qué sacaba con haberme salvado si ella ya no iba a estar? Tenía que ser fuerte, tenía que conservar un poco la cordura, pero me era imposible, el golpe que nos dio la vida era tremendo... Ella primero me trato horrible, luego casi pierdo la vida en la misión, luego ella casi es asesinada, un periodo de tiempo sin vernos, ahora yo la evitaba y no creía en sus palabras, y ahora ella estaba luchando por seguir respirando... Todo es efímero, todo va y viene... ¿Era una lección para no volver a cometer los mismos errores? ¿Nunca debí de comportarme como ella lo hacía conmigo para devolverle la mano? 

Los últimos días habían sido geniales, los almuerzos pacíficos, los saludos e incluso se acercaban las vacaciones y pensaba leerme los libros que ella me había regalado ya que podía tener tiempo. Pero ahora estaba acabado esperando que el doctor saliera para darnos una noticia de esperanza o una noticia definitiva.

-Armin -Escuche mi nombre desde el pasillo, vi a Sasha acercarse junto a Connie.

-Sasha... -Dije apenas.

-Connie me trajo al contarme lo sucedido, Mikasa está en al cuartel aún apoyando. -Dijo mientras se sentaba a mi lado, posando una de sus manos en mi espalda, dándome pequeñas caricias para reconfortarme.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora