Fotografía

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Stohess era una ciudad a otro nivel, gente muy bien vestida, áreas verdes hasta por si acaso, gente muy educada pero a la vez con la mirada te podrían juzgar de una forma que tal vez no era muy agraciada. Ivy estaba acostumbrada a esa ciudad, había nacido y se había criado ahí, había conocido a su prometido en un viaje a la playa que hizo con sus amigas un verano antes de meterse a la escuela de investigación. Amor a primera vista decían, pero la diferencia de lugares y estratos sociales se sentía. El prometido vivía en Trost, era humilde, de buen pasar e hijo menor entre cuatro hermanos, más su madre insoportablemente sobreprotectora, por eso Ivy siempre se negaba en ir a cenar donde él, pero siempre me decía:

"Apenas me lo lleve al altar, se irá a vivir conmigo y adiós mamá, él se tendrá que lavar la ropa interior ahora".

Era una relación particular.

La capacitación duró exactamente tres semanas. Semanas donde nos quedamos en el cuartel, cada uno en una habitación; pasábamos el día en reuniones, en la sala de control aprendiendo como usar el nuevo equipo y haciendo simulaciones.

-¿No te dan ganas de volver acá y hacer vida en Stohess? -Pregunté a Ivy en la hora de almuerzo.

-No, nada de eso... ¿Sabes? Pude haber nacido en cuna de oro pero prefiero la vida en Trost, más diversidad, el hombre que amo está allá y estoy más cerca de la playa, acá a lo más puedes ir a un río o un lago, allá en tres horas estás en el mar, disfrutando de su inmensidad. -Dijo mirándome con una sonrisa y con esos ojos verdes tan brillantes.

Ahora que me lo ponía a pensar ¿Por qué no me atraía en lo absoluto Ivy? Era todo lo que una persona puede pedir, era inteligente, bella, simpática, algo loca para que la vida no sea tan plana, no era tímida, tampoco era de las personas que le costaba decir las cosas. Fácilmente con todo el tiempo que llevábamos trabajando juntos podría haber sentido algo, además que ella se encargaba de tratarme con cariño, mimarme en ciertas cosas y ser toda una dama, casi perfecta, pero aún así... ¿Y si aprovechaba su disposición para experimentar? ¿Sería distinto con otra persona? Ah, era el peor... 

-Ivy.

-¿Mh?

-¿Puedo intentar algo sin que te sientas ofendida o pienses mal de mí? -Pregunté sonrojándome por la estupidez que iba hacer.

Ella me quedo mirando curiosa por mi pregunta.

-¿Me quieres besar? -Mierda.

-Ah... Ivy, no, olvídalo, lo pensé mejor, no...-...

-¿Por qué no? -Dijo encogiéndose de hombros antes de pararse de su puesto para caminar y sentarse a mi lado, me tomó del rostro y me besó rápidamente.

Abrí mis ojos de la impresión, estábamos en medio del casino del cuartel y todos estaban mirando.

Pero lo principal, no sentía nada, era solo un beso, sin cosquillas, sin significado, sin nada.

Ivy se separó al ver que no correspondía el beso y me soltó el rostro.

-¿Y? -Dijo con travesura ladeando el rostro.

-Nada.

-¿Ves? Admítelo Armin, por más que si encontraras una chica igual de bonita que yo, seguirías eligiendo a la rubia frívola de Leonhart. -Dijo negando al tiempo que se paraba de la mesa y se sentaba frente a mí.

Leonhart...

-Ivy...

-Lo digo en serio Armin, aunque yo dejara a mi novio y tratará de meterme en tu corazón, no habrá espacio para mí, bueno tampoco lo quiero ¿Sabes? Eres mi amor platónico pero mi verdadero amor trabaja de oficinista en el banco central. -Dijo con gracia.- Pero pensé que estando acá dejarías de pensar en ella.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora