Ciudad Subterránea

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La semana pasó rápidamente, el fin de semana estuve en casa de Pieck y Porco preparando todo para el lunes, día en que nos íbamos a la ciudad subterránea.

-Entonces tendré que volver a esos vestidos horrorosos...-Dije mirando la ropa que Pieck iba sacando del pedido que había llegado a su casa.

-Si, anda olvidándote de tus cómodos pantalones. -Dijo con una risilla colocando los vestidos y abrigos en la mesa del comedor.

-Claro como tú no pasaste seis meses con tangas diminutas y vestidos cortísimos. -Dije con una mueca en la cara, los detestaba, yo era más de ropa ancha, pantalones cómodos, eso sí, también ocupaba vestidos y faldas pero no tan "sensuales", no, nada de eso, y creo que hasta el último día de mi vida me preguntaré porque me escogieron a mí para ese papel de mujer atrevida sensual si Pieck era mucho más encantadora y bella que yo.

-Recuerda que no podía por lesión en la cadera, aún a veces debo ocupar el bastón para sostenerme, la traumatóloga me dijo que ya en un par de meses ni necesitaré los analgésicos, además por eso tampoco podía ¿Fuiste a ver si tanto beber en esos seis meses no te dejaron una obsesión por el alcohol? -Dijo tomando la bolsa donde venían las prendas de vestir para doblarla.

-No, no fui pero tampoco fue una obsesión, gracias a mi padre soy una buena bebedora, ahora estoy a jugo y agua. -Dije alzando mi mano para alcanzar uno de los abrigos que estaban encima, era de un color blanco muy bonito.- Quiero este.

-Ya sabía que te ibas a quedar con el blanco -Dijo Pieck caminando hasta la cocina para guardar la bolsa y volver al comedor.- Igual deberías ir al doctor a verte la salud, la mala vida que llevaste no fue broma.

-Lo sé, pero luego, cuando me vaya de vacaciones a Liberio.

-¿Irás a Liberio? ¿Te puedo encargar unas cosas?

-Sabes que sí, pero si no me cae en la maleta me pagas el sobrecargo. -Dije con malicia mirando a Pieck la cual se río.

-Obvio, más que nada son condimentos que aún no encuentro acá en Trost, para condimentar las comidas y café de Marley, el de acá es bueno pero no tan intenso como el de allá. -Comentó tomando uno de los vestidos para ponérselo encima.- ¿Qué tal si me lo pruebo y se lo modelo a Porco?

-Ah... Hazlo cuando me vaya, no quiero escucharlos fornicar.

-No tiene nada de malo, es algo natural aunque Porco es igual de vergonzoso que tú aunque los dos tienen una lengua afilada, dualidad le dicen. -Comentó separando su ropa de la mía.- ¿Y? ¿No me vas a preguntar nada sobre el chico rubio? 

Levanté la mirada sin poder creer sus palabras, la verdad es que no tenía pensando en preguntarle nada, aunque sabía que Pieck era muy cercana a ellos. Con Mikasa todo cambió luego que se enterara que yo fui una de las razones por las que Armin renunció a su puesto en el escuadrón, pero seguíamos en contacto, pero hablábamos menos. Tampoco era como si antes fuéramos las mejores amigas.

-¿Tienes algo que decirme? -Pregunté ya calmando mis ganas de preguntarle.

-¿Quieres saber? -Dijo doblando la ropa para luego tomarla y dejarla en el sofá en la parte del living del departamento antes de meterse a la cocina.

-No, no tengo nada que saber de él. -Gran mentirosa eres Leonhart, mueres por verlo.

-Eh, mira tú. -Pieck puso la cafetera a funcionar mientras buscaba dos tazas y sacaba unas galletas hechas por ella.- ¿Acaso te da vergüenza?

-¿Vergüenza de qué? -Dije doblando mi ropa para dejarla encima de una de las sillas.

-No sé, Annie, todos terminamos mal luego de esto, pero tú y Mikasa más, sé que nunca le abriste las piernas a los amigotes de Harris. -Dijo colocando las tazas en sus platillos.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora